jueves, 12 de octubre de 2017

La tormenta de la puerta de al lado

La electricidad que hoy flota,
no alimenta, no aviva pupilas;
es amenazante y rebosa ecos,
nos asusta con sus caminos cerrados.
Filo de hielo haciendo pedazos
diafragma, corazón,
el propio respirar.
El cielo amarillea de viejo:
lignina, moho y fascismo.
No podemos creer lo que vemos,
nuestros dedos no reconocen calendarios,
el grito queda ahogado en callejones,
sin salida están las palabras.
El silencio como bala defectuosa,
mojada pólvora en la lengua,
la pérdida y el desamparo,
el vecino perdido
tras el nuevo uniforme de la normalidad.
Donde extendimos la mano
se truncaron muñecas,
en cuadro roto de falanges y garras.
Ya no sé quién me saluda
ni si apretará el gatillo.