lunes, 28 de enero de 2019

HARDCORE


Me encierro durante días en un estudio
que apesta a rabia, a café y a culo,
y allí, en lo imposible, conecto.
Enciendo las redes y me quedo todo pez:
otro grupo de punk ESPAÑOL
escrito con caracteres escandinavos.
Ya está bien con la broma, joder.
Para qué editar mi música en formato físico
si no hay espacio en las estanterías
ni para los ácaros,
y no me lo tengo tan subido,
y lo que hago no le interesa ni a mi perra.
Aquí todos pillan ostias o cacho menos yo,
que me escabullo.
Me exigís contexto y razones para mis gritos
cuando vivís en la inercia y la falta de preguntas,
la ausencia de historia y de materia.
Cómo confiar así en nadie de ese mundillo
de egos subidos a escenarios...
A ver, ni de coña voy a tirar la primera piedra
y por eso le hago un Larry David
a quien se acerca sonriendo.
Cómo será la cosa que me ofrecen editarme
y sólo veo una estafa en desarrollo.
Treinta años en esta mierda y por eso puedo
confirmar su condición de tal.
Todo el mundo dejándose los cuartos
por las bambas de un icono del hardcore;
a mí me las regaló una loca
y ahora las calzo con otro cuento bien distinto.
Pedaleo mentalmente si nos sale un bolo,
a ver cómo llegar allí sin darle al contacto
y reducir un poco nuestra huella de carbono.
Rodeado del bramido perforante del progreso
(mataderos, atascos, martillos neumáticos,
árboles abatidos y disparos sin razón,
grúas chirriantes que son huesos de la burbuja,
aviones de guerra despegando sobre radiales)
¿osas llamar ruido a mi banda de hardcore?
Ojalá el mundo como un pedal de distorsión,
pisar fuerte y que empiece la tralla.
Ojalá unos timbales a medio tiempo
demoliendo las columnas de Dios
y las cúpulas del dinero.
Ojalá siempre un agujero con chavales
airados y escupiendole en la cara al veneno,
chavalas con mirada limpia y conciencia de clase
apretando los puños a velocidad de vértigo.
En el grito encontramos todo,
en la velocidad la calma necesaria.
Yo me lo guiso, yo me lo como
y levanto pequeños hitos de poca monta
que se perderán en teléfonos
y a lo sumo provocarán sonrisillas
irónicas y sarcásticas.
Ok, de acuerdo, es así, lo acepto y no espero otra cosa.
Estoy cansado. 
Grietas en mis codos y en mis dedos.
No puedo saltar ya con el bajo por el sobrepeso.
Pero no he dejado de caminar en treinta años.
Aquí os espero.


.........
(Sí, aquí he reciclado algunas cabronías).

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