MISIÓN CUMPLIDA
A veces no me importaría morir,
aquí y ahora,
tranquilo y satisfecho,
nervioso y pidiendo más.
Acunado en mi dentadura envejecida,
que trazó sonrisas e insultos
lanzados en otras latitudes,
frente a esquiroles,
sobre un escenario,
vomitando rabia en delegaciones de la ONU,
en países que ya no existen,
países deconstruidos en sangre
por las bombas democráticas de occidente.
Podría morir aquí. Ahora.
Y lo haría con más vida
-rebosante de rabia y de júbilo-
que un autocar de futbolistas multiventas.
A veces no me importaría morir,
aquí y ahora,
tranquilo y satisfecho,
nervioso y pidiendo más.
Acunado en mi dentadura envejecida,
que trazó sonrisas e insultos
lanzados en otras latitudes,
frente a esquiroles,
sobre un escenario,
vomitando rabia en delegaciones de la ONU,
en países que ya no existen,
países deconstruidos en sangre
por las bombas democráticas de occidente.
Podría morir aquí. Ahora.
Y lo haría con más vida
-rebosante de rabia y de júbilo-
que un autocar de futbolistas multiventas.
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