lunes, 29 de octubre de 2018

sábado, 27 de octubre de 2018

Amanecer embotado de arena

En días espesos tras noches de insomnio
agradecer al cielo sus nubes de tubería,
que ofrecen la excusa perfecta y cobarde
para no rasgarse sobre la bicicleta.
(Vamos, que qué guay que llueva,
que no he dormido
y ya tengo excusa doble
para no ir a Madrid en bici…).

viernes, 26 de octubre de 2018

Búnker

Las gentes del parque se cuelan en mi casa por los armarios de la cocina.
Ecos de sus voces rebotan en las galerías de la campana extractora.
Cámara obscura en la vitrocerámica, distancia para enfriar este mundo.
Nuestra alacena es el corazón del elefante: luchan esencias y universos.
Parapetados en la torre, esperamos que el viento anuncie el fin de la derrota.

El aire es un cristal cargado de dentelladas, el aire es un escualo veloz.
En el horizonte se hace sólida la última luz en su caída sin público.
Los llanos están tomados por una red de gente rota perdida en su odio.
Ahora son las banderas las que bautizan la sangre del hijo aún no brotado.

Tú y yo somos koala bajo la lluvia y queremos ser mínimos en la noche.

Afuera el torrente y aquí el abrazo grapado con esfuerzo y sin ahorrar miedo.
Desborda el absurdo de muerte, desborda el mañana y el amanecer de fruta.
En nuestra sartén caen gargantas y disparos, ya sin vergüenza, ya sin excusas.

Ya no voy a conciertos

Atasco, humo, sudor, nervios,
miradas pesadas, ego aterido,
ruido y congestión y mil voces
en el mercado de asfalto,
plástico y espejo en conciliábulo,
los rumores y la prótesis,
tabaco, porros, tabaco,
humo de caras grises y hastiadas,
humo, humo, humo…
y al final intenta emerger, ser lugar
el concierto,
tan leve entre tanto hematoma.
Ay, la música bajo estos escombros.
No soy yo quien deja de vivirla.
Sois tantos los sepultureros,
tantos quienes manejáis las palas.
Elijo el silencio
fuera de la ruidosa necrópolis
de la bacteria caníbal.

lunes, 22 de octubre de 2018

Los pronombres inclusivos del torturador

Como una colonia de hongos necrófagos,
en este Madrid de fútbol e IBEX,
del Lavapiés gentrificado,
de la muerte en vida,
de la muerte policromada
en unas calles cada vez más grises;
bullendo sus hordas: hegemonía socioliberal,
barbudos con filtro, cabelleras en hileras
teñidas de violeta, a escala industrial;
testudos de observadores de uñas
quién se arriesga a sondear un mar de lunas,
cuestionando pronombres
a lomos del individuo siempre culpable.
El insulto y la ofensa son objeto de mil iras,
pero la tortura, indemne,
es el traje nuevo del emperador,
se pasea impune con halo de ministro,
como aceite sobre agua dolorida
y ronca de gritar en mazmorras.

jueves, 18 de octubre de 2018

Cabronías (II)

Hace años dejé La Idea,
pero aún me enamora su saludo:
“¡Salud!”.
Dejé La Idea, también,
por la cantidad de “¡Salud!”
que a duras penas brotaban
entre bocanadas de humo,
tiros de spiz y torrentes de alcohol,
noches de veneno sin dormir
y cuerpos erosionados por el mercado, 
voluntario su desgaste en el fondo.

¡Salud!

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Como actualizaciones de software,
os voy encontrado con aspecto más moderno,
pero cada vez más privativos,
exigentes y difíciles de gestionar
por mi viejo procesador.

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Hay quien mordisquea
la pipa del padre con sabor a desierto.
Quien sangra cilindros de humo,
vampiro de hilos y volutas,
escarbador de cáncer,
por sentirse más cubano,
más barbudo.
Siempre lo negarán, claro.
Pero ahí está el sonrojante cráter
de la vergüenza ajena.

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"Imposible es nada"
y reventaron en maratones
pagadas por bancos,
tras comprar su dorsal,
pagar la licencia de preso
en fuga inútil.

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Os pusieron la libertad en la mano
y os la fumasteis
ansiando una celda,
escupiendo tráqueas y
cavando fosas en el aire.
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El puñal siempre duele el doble
en los espacios seguros
construidos en patéticos intentos
de evasión de la realidad.
El tiempo de los muros y la huida
dentro de ellos.

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Ustedes sabrán disculparme
si pongo el mismo voto de confianza
en la "sororidad" que en la solidaridad de clase
o en el respeto al vecino
o el civismo en el tráfico.
Que las puñaladas trazan
también estelas moradas.

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No comer animales sabiendo
que ellos no dudarían
en digerirte y cagarte.
Sísifo, chúpate esa.

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Todo el mundo diciendo
que me va a matar un coche, 
sobrevivo al agorero
y sigo pedaleando fuerte.

Apretaos el cinturón...

Apretaos el cinturón,
fuerte, bien fuerte,
con presión de batiscafo.
Apretáoslo a la altura de la garganta,
apretáoslo a la altura de vuestras hijas.
Ni así el amo estará satisfecho,
pues la anorexia siempre está de moda
en algún mercado,
pues el patrón atesora todas
las fábricas de corsés.
Sobre vuestros hombros de bala,
de boxeador decimonónico,
por derrotados
el oligarca alza su cimiento de filo.
Y tal en la monstruosa calma
es de nieve la lengua que alaba
al alto horno siempre hambriento de industria.
De nieve son los puños que pretenden
elevar ascuas y tejer fuegos.
De nieve sin esperanza
en el ocaso tropical y oleoso
del mundo.
Así de abatido el cielo
y su sartén de estrellas
eclosionando nebulosas,
borrosas gramíneas restallando
en la inabarcable cocina del cosmos.
Así de exhausta la curva del orbe,
con todos los brazos dados a torcer:
como entrar a la sede sindical
cuando evoluciona y se enquista el hedor
a colillas y enfisema
entre cartelería que nos invita a ser libres.
Esta es la derrota,
grabada en nuestras cadenas
de genes y proteínas...
Porque tal pulsión es tsunami
imposible de mesurar en su cernirse
sobre las bibliotecas del mundo.
Porque los recuerdos,
por ser hacha y pólvora,
se oxidan y decaen en la lluvia.
De ahí, pues, apretaos
el sueño y las costillas,
la hipoteca y el bulevar en calma,
la inmortal sobremesa de los veranos,
apretáoslos pues os bailan
la tranquilidad y el calzado de atmósferas...
Todo os vendrá grande
pero seréis vosotros quienes sobren,
será el vuestro el excesivo número,
flotaréis en desamparo
por negaros a ser polilla
en el hatillo del plutócrata,
por negaros a invadir
sus pulmones alquitranados.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Radiografía de la plaza

Fantaseas con las plazas del barrio,
llenas de gente:
tú las ves bullendo vida,
yo las siento rebosando muerte.

Madres circunstanciales
fuman inmisericordes en bancos
-su rostro cicatriza en gris oblicuo-,
patinan sus pulgares en teléfonos…
acompañan los juegos de sus hijos,
me dices. Yo aquí veo
una grieta que crece,
veo hijos nacidos en equilibrio,
condenados al viento.

Los bancos arrancados de su alcorque
ahora se arraciman castigados por esa
tu simpática chavalada,
lejos del paseo y sobre el césped.
Circulan los porros y el olvido en botella,
palmean como focas,
chillan como chimpancés,
buscan el conflicto,
son carne de meme,
corcho demenuzándose
en la ola atlántica;
prefieren olvidar el mundo,
sólo saben gritar:
así grita el rebaño al ser atacado,
vencido e inerme en su terror
desde ya, desde antes.
Lustros después serán la erosión
de su actual absurdo,
y no habrá excusa de acné:
ya son lo que serán, siempre lo fueron.

Las gentes gastadas y centrífugas
despotrican del cosmos que desborda,
alinean sus arrugas quebradas
facilitando la labor
a la picadora del IBEX.
Su estampida achacosa hacia las urnas
será el gatillo presionado,
la muerte voluntariosa de su pensión,
la sequía de la vega,
la táctica tan cruel del cuco.

En toda franja de edad, en fin,
sólo observo amor por las cadenas,
consumo de éter transgénico,
de melodías envenenadas,
total desconfianza y terror
al mirar sus propias manos.

La plaza en la tarde es una fiesta bulliciosa,
no lo discuto.
Pero qué se festeja al fondo del aire
es lo que me aterra y agosta.

martes, 16 de octubre de 2018

Un planeta lleno de ostias...

Un planeta lleno de ostias
y días demasiado cortos.
Como un huevo se rompe el mundo
y derrama sus miserias de embrión
echado a perder.
Somos rama, nos quebramos y los sueños.
Enterrados vivos como soldados iraquíes,
como cerdos fuera del mercado.
Estornudo polvo de viejos fanzines,
revistas del subsuelo, panfletos;
quedo ahíto,
absorto de ácaros y memoria.
Al frente, vías muertas
y la luna del espejo;
deshoja nuestros calendarios.

viernes, 12 de octubre de 2018

Mota en el cosmos

A veces las venas sublevadas,
a veces en la arteria sangre
al punto de ebullición...
Erré,
miré afuera.

Luego el vapor
se disipa;
recuerdo.
Simplemente
vivimos en la espera
de la caída imparable de la hoja.

jueves, 4 de octubre de 2018

La academia, el artesano y la magia

Que no crees en la poesía
escrita en una tarde, dices.
Nosotros viajamos en canciones
vivas en diez minutos.
Apenas tres acordes y dos líneas
fabrican puñetazos.
Y el diálogo invertido y hacia dentro,
pieza a pieza desmontado,
es un fórceps en la frente,
caleidoscopio en el pecho.