viernes, 24 de abril de 2020

Como maquetas antiguas

Tus recuerdos en la nube
la cabeza en las estrellas.
La tête dans les étoiles.
Barrios irreales en la noche
con bocas desvergonzadas
buscando problemas
en esquinas de drogas y carne,
tras alambradas abiertas
como atajos de navaja al barro.
Descampados donde siluetas
prueban su suerte
y torres iluminadas
reviven modernos dramas
como maquetas antiguas.

Papás y mamás
de filtro, mechero y cerveza
empujando un carrito
y ya rumiando sin saberlo la pena
por no poder resolver la pregunta
del hijo que se hará mucho daño algún día
porque es lo que ha mamado,
optando por quemar los mapas.

Calles donde se repite sin meta la vida,
se repite como el ajo,
como el circo de la democracia;
barrios donde nadie pinta nada
pero insisten en llenar de brochas las manos
de quienes nunca aprendieron a pintar acuarelas.

Interbloques con bancos
donde lo único que se acerca al óleo
es la grasa de motos que aturden columpios,
revientan gatos y rompen farolas.

A veces paseo por estos cementerios
donde pasé las tardes de infancia,
Me dicen que la primavera
ha llegado al barrio de nuevo,
pero yo sólo veo una serpiente
mordiéndose la cola.


martes, 21 de abril de 2020

Yo hice lo que buenamente pude

Adictos a sustancias
me aleccionan apestando a cerveza
sobre la primera causa humana:
no el reparto de riqueza, no,
al parecer es la libertad.

Masticando animales, seres sedentarios
al volante de su máquina de cáncer
me brasean sobre el cambio climático
porque cada día soy más incrédulo.

Llevo X en las manos desde hace 30 años
“dejar de hacer” es mi opción vital hace tiempo,
no formo parte del pelotón
ni fusilo la vida en mi viaje cotidiano.

A todos los lugares intento ir pedaleando
y aunque las cosas sean como digas
yo hace tiempo que estoy limpio.

No tomo parte en los disparos,
ni me integro alienado en las filas
de la horda que en silencio va minando
los pulmones de las nubes con silicio.

El eco de los gritos moribundos
llega a mi calle, como a todas,
sé que no pulsé el gatillo ni firmé documentos
que hicieran aullar al mundo
ni que drenaran el mar de sus olas.


Y aún así, con tu culpa monacal y mal curada
me acusas de privilegios que no disfruto
porque alguien es torturado en las sombras
o una vida desaparece en momentos
mordida por bocas hambrientas pero cerradas.


No, queridos, no;
no soy yo quien vive del plusvalor ajeno
ni quien mata con su cuchara,
ni quien pinta de dióxido el futuro de su hijo.

Ni siquiera soy el que nutre al plutócrata,
pues elegí ser cometa sin destino concreto.

Mi elección es segura como un nicho,
mi calendario está lleno de trampas
y sé que mi cadera sufrirá el destino
del ludópata en la ciudad tomada
por las casa de apuestas.


Camino limpio y desnudo entonces
con la certeza de la certeza vivida;
yo hice lo que buenamente pude.
Aún sigo remando donde no estorbe
pero no callo cuando veo que el agua sube
aunque entre risas, penas y acordes
no espere ya nada ni encuentro salida.




Romper lágrimas como se rompen átomos

Ante el meollo de esta época
escogemos el sonido alejado
que habita en los márgenes.
A veces el eco es más sólido,
infinita semilla,
que el tañido que lo arroja.
Los susurros hieren más que cuchillos.
Huir del rumor es imposible,
pues se aloja en cada paso
y se desnuda en todas las sombras.
Es entonces que la voz pasa a ser
un mero borboteo asustado,
siempre hambriento
de sentido significado
en las liviandades del simple devenir,
del viento en las ramas,
de la lluvia en las calles.
Pienso en un futuro
en el que seremos pastoreados,
frenados ante el suicidio,
seremos atiborrados de libros
y cumplidos de caricias
por máquinas más conscientes del equilibrio
que hemos roto con desdén.
Romper lágrimas como se rompen átomos,
liberando la mayor explosión,
la onda expansiva de un dolor nuclear.

sábado, 18 de abril de 2020

Bajo los LED la luz en las olas

Llega la primavera y estallan
los cristales de la madrugada.
Quién puede dormir
cuando el mundo vuela en astillas,
cuando el orbe se parte en espejismos,
quedándose ronco
en los últimos rincones
de la noche.
Irse a dormir en tiempo de pandemia
cuando los pájaros ya cantan.
En la herida abierta de la noche
nos derramamos,
como errores de borracho
que se enfada rutinariamente
con el mundo.
Un mundo donde el escorzo es la línea,
donde la anormalidad es el molde
en el que mueren nuestros átomos
y la curva quebrada conforma la recta.
En la noche se alejan los tiempos.
Qué lejos quedan todos
los años y qué poco
sé de nada ahora,
cuando las gentes que vinieron,
van pasando al olvido y de repente
se van, del todo.
Aferrado al café en esta tormenta
que en las madrugadas castiga mi cuarto,
buscando bajo los led s la luz en las olas,
partiéndonos la boca en las palabras
que nos impiden dormir sin problemas.


¿Queréis que mueran vuestros viejos?

Horarios rotos como un recuerdo
y el día que tropieza pasando turbio,
como una borrasca de un mal sueño.
Cuando salgamos de esta celda
estamos obligados a soñar llaves
y forjar cuchillos sin falta en su filo.
Hemos experimentado un régimen FIES
bajo en calorías y sin torturas.

Me siento afortunado
pues solo tengo problemas de sueño
aunque mi economía esté sumergida
y mi futuro no tenga color.

Espero todavía el anuncio entre pompas
de un referéndum sin trabas:
“¿queréis que mueran vuestros viejos?”.

Entre donaciones de asesinos
y las vergüenzas exhibidas en ventanas
un ave de muerte traslúcida decora
los gritos de tus vecinas,

porque nuestros días son una bóveda
que ya no vaporiza mete oritos.

Alguien ha descubierto que en casa es infeliz
y que en el trabajo al menos no piensa.
Tiemblan así los pilares de cada día
cuando la esfera del reloj ya no sabe
esconder más las mentiras.
“Para qué” es la pregunta
es la herida y el cañón
apuntando con sorna a la sien.



miércoles, 15 de abril de 2020

Lobos en autopistas

Hoy se trabaja. 
Hay ruido de motores en la calle.
Los pájaros han callado.
La normalidad nos enferma.


Los días cambian su ritmo
y las sombras se retrasan.
Las calles ahora son ríos,
de aguas limpias pero bravas.


Ha variado incluso el viento,
ya no sopla en tus palabras;
hay lobos en autopistas:
las quisieran ver cerradas.

Qué lejos parece el mundo
y qué absurdas las mañanas,
que enemigas de la vida
las banderas en ventanas.


Sus fronteras no han servido
ni sus tanques ni sus armas
ciertas vendas han caido
algún puño se levanta.