miércoles, 24 de abril de 2024

El desierto está ahíto de sed...

El desierto está ahíto de sed.
Ya todo se pone verde,
urgentemente verde,
desesperadamente verde,
intentando cubrir así el ruido gris
del tiempo que vivimos.
Ya no miro paisajes ni montañas
con los ojos sino con la rodillas.
Ya entiendo que más allá
de esas cumbres azules
en la distancia
no deja de haber un perro
siendo ahorcado,
una aldea siendo arrasada
un beso siendo vendido
en el mercado.
El desierto está ahíto de tanta sed
y nuestras ciudades
tan llenas de vacío.



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Que se adaptó en ruso así:





miércoles, 27 de marzo de 2024

mi casa será un palacio infinito

he sabido y sigo sabiendo
que las víctimas son los verdugos
y serán las víctimas
y serán los verdugos
y sus heridas son las heridas
de su propia mano
de su propia boca
de su propias palabras
de su propio futuro roto

la queja y el lamento
no se distinguen en la distancia
de la orden de fuego

las montañas de muertos
las pilas de cuerpos
en fosas comunes
en montones listos a la antorcha
los masacrados en dolor en injusticia
no tienen rostro
solo tienen nalgas piernas torsos
una informe argamasa para construir
la ausencia de fe

voy a levantar una casa
no de ladrillo hueco donde tiembla el sonido
donde no hay distancia
voy a construir una casa de piedra
y cada piedra será el nombre
y el cuerpo de una criatura muerta
en esta vorágine absurda y cruel
un muerto una piedra
una cuneta de huesos un tabique
un cementerio una habitación
mi casa será un palacio infinito

martes, 12 de marzo de 2024

Tendréis que disculparme

tantas personas merecen la muerte
tantas personas valen menos que una lombriz

la lombriz es útil airea y abona la tierra
acaba con los residuos
alimenta a todos y todo

en un ciclo natural sin mala intención
y por eso sé que no debo desterrar la idea
de exterminar a Hannibal Lecter

por muy culto que sea
por muy sensible que se muestre
por mucho que recuerde fotográficamente
el Duomo de Florencia

tantas personas que no llegan a animal
tantas que no merecen el aire

internet nos iba a hacer mejores
toda la información a un click
y con ello un rumbo
pero el lumpen con móvil de mil euros
nunca encuentra ese click
para saber por qué es lumpen

dejar de ser niño es exclusivamente
comenzar a sobrevivir
cuando llegue el momento y ya no sean niños
pero sigan empuñando con furia navajas

seguiréis diciendo que su rescate es posible
porque precisamente ya no son niños
sois el jardinero en el desierto
que llega a un lugar donde ya
no se puede siquiera imaginar el agua
una enorme extensión de nada
que hasta la muerte evita
por no sacarle beneficio
porque morir allí es absurdo

tendréis que disculparme si pienso
que algunas personas nacen y mueren torcidas
que hay gente que llega a los dos metros de altura
que hay gente que disfruta cortando cuellos
y abriendo piernas a cuchilladas

tendreis que disculparme
si yo también tomo un cuchillo
y obro en consecuencia


Adoro los lunes

Adoro los lunes por ser pura materia,
por ser la esencia del motor de la historia,
por no dejar hueco al desenfreno de las bestias
que el mercado dicta cíclicamente cada viernes.
Amo los lunes porque entonces las manos se mueven de verdad,
porque las bocas se abren de verdad,
porque el lunes enfrentamos lo que hemos podido ser
con lo que estamos siendo cuando tenemos un objeto.

Adoro los lunes por su realidad de piedra,
su verdad de roca, su potencia de barro,
de voz, de cielo, de nubes: adoro los lunes 
y su soledad tranquila en la montaña,
su rozar algo en el ADN,
su viento que trae mil historias
a cada cual más desconocida;
algo que nos roza en lo profundo,
algo que toca nuestra sensibilidad,
algo que nos pone en alerta,
algo que nos hace recuperar por unos instantes,
levemente, lo que era estar vivo,
lo que era trabajar y cambiar el mundo,
lo que era derribar un árbol para tener una casa,
lo que era el fuego, lo que era la comunidad,
lo que era el futuro cuando lo tomamos firme.

Adoro los lunes por traerme más libertad
que la ofertada por el sistema, la del fin de semana;
porque me acerca más a lo que soy
que el tiempo libre que la máquina nos brinda
hipotecado a partir del viernes al mediodía
Adoro los lunes porque entonces se puede pensar:
el ruido ha cesado, lo salvaje deja de cumplir
su papel narcótico y mercenario,
podemos vislumbrar un camino en la niebla.



sábado, 9 de marzo de 2024

Qué mejores paredes que la ausencia de vecinos

Qué más pedirle a la vida,
qué vida más perfecta posible,
qué vida más ideal
que poder ir leandando a los sitios.
Ir despacio
porque nada es urgente.
Nada es urgente bajo el agua.
Nada es urgente sobre las nubes.

Dar un paso tras otro
porque entendemos esta esfera,
y su música nos alcanza por fin.
Dar un paso sin necesidad de dar otro.
Que el camino no sea un medio
sino un objetivo,
porque no hay metas sin sentido
ni una llanura de oro tras las montañas.

Si la vida es esto que apenas empieza ya acaba,
si la vida no es lo que somos sino lo que fuimos,
qué mejor fiesta que todas las fiestas
y todos los libros, y cada tarde en silencio
tras las barricadas que fueron necesarias,
los actos necesarios que siempre dejan
algún tipo de rastro y que se suman
gota a gota a este mar.

Y si eso, ya viviremos después
en todo lo que dimos al mundo.
Y mientras, poder andar tranquilo
con un libro en las manos
sin miedo a que el cielo caiga,
sin miedo a perder los pasos.
Con la certeza de que nuestra mirada
no rompe el aire alrededor.

Qué mejores paredes que la ausencia de vecinos.
Qué mejores vecinos que los que respetan
la ausencia de paredes.
Qué mejor vida que la que se recuerda
tranquila una vez acabada.



viernes, 8 de marzo de 2024

Seré la primera rata que abandona un barco de ratas

No poder definir ni predecir el mundo,
siquiera construirlo, porque todo es vapor.
Me siento siempre habitando el radio más interior
de una explosión que apenas comienza.

Seré la primera rata que abandona
un barco de ratas que se creen personas.
Soy el gato que confuso percibe
ya el terremoto mientras
los restaurantes rebosan de bocas abiertas
que degluten, mastican,
lanzan carcajadas obscenas
entre salivazos de carne mascada.

Estoy en el “sí, pero” antes que
en los “y aún así” y “a pesar de”,
y por eso:
los "te he tocado acaso", los "es sólo un minuto",
los "tampoco es para tanto", los "todo el mundo lo hace",
los "siempre se ha hecho así", los "así son las cosas"
componen el primer grito de guerra
de quien lanza una bomba nuclear
sobre una alfombra de escuelas y juegos
sobre un humus de gente que brota
sobre ciudades donde queríamos enraizarnos
sobre libros que nunca serán escritos
sobre todo lo que se puede arrojar bombas.

Aún no han volado en pedazos las casas
pero ya volaron en su momento y volarán de nuevo
porque algo está muy torcido en lo que decimos,
porque algo amanece roto cuando despertamos.






viernes, 1 de marzo de 2024

Todo lo que soy es producto de un conflicto

Todo lo que soy cada día
es producto de un conflicto:
ando por no olvidarme,
leo para no perderme,
levanto pesos terribles
para olvidar lo ligero de todo,
pienso toda una música
para ahogar el ruido.
Vendo mi biblioteca
para hacer más fácil una mudanza
que nunca termina de llegar.
Brindo este sol al pasar de la vida
y las puertas que nos ofrece:
le brindo esta tarde a un hormiguero
hiperactivo y absurdo.
Quisiera escapar
como Kiko Veneno, hacia el sur,
pero es allí donde todo arde.
Intento reconciliarme con el mundo
en Tati.
No me encuentro
en este desencuentro
entre lo que somos
y lo que podemos ser.
No veo un camino sino un muladar
donde todos ignoran los huesos
malolientes y desenterrados al sol.
No entiendo esta normalidad
donde todo se sacrifica al corto plazo,
donde vivimos vidas terribles y dobladas;
esto tan cotidiano donde la lluvia es orín.
Vivo con la certeza de que el futuro
estaba más cerca hace cien años.
Avanzo como puedo,
forzado entre la inercia y la gravedad.
Tengo ganas de que llegue ya
la inteligencia artificial
donde había camioneros
y cerrar así el círculo del absurdo
con la certeza de llegar salvo a casa.
Escribo estas líneas
en la esperanza de estirar el tiempo
y que la mecánica siga su curso;
olvido que el motor está viciado
y el rumbo decidido:
este movimiento no nos acerca
a ninguna parte.
Todo lo que soy es el absurdo del ser.





miércoles, 28 de febrero de 2024

A veces Bukowski acertaba

Es verdad, no lo creía
porque lo dijo Bukowski,
y hace tiempo que no aguanto a Bukowski
por la misma razón
que alejó de mí tanto la anarquía:
por su estúpido club de fans
que se piensan fuera de todo
pero siguen estando en el centro
de los estadios de fútbol,
los telediarios y las bolsas de Madrid,
Nueva York o Tokio.
El caso es que es verdad:
los poemas hay que buscarlos en la calle.

martes, 27 de febrero de 2024

Lumpen pequeño burgués

Insistís en llamar accidente
o mala suerte
o falta de esfuerzo y dedicación
a lo que es normativa
mecánica de un estándar.
Insistís en olvidar
que vuestro antiguo bienestar
se debía a la unión soviética
y el miedo que producía
en los oligarcas la posibilidad
del correcto funcionamiento
de la balanza.
Soy pesimista y así
intento no quedarme corto
para con la realidad:
un gran porcentaje de conductores
elige atropellar al sapo
que cruza el asfalto;
un mediano porcentaje
intenta esquivarlo
y un mínimo porcentaje
baja del coche,
lo coge con las manos
ahora sucias
y lo saca de la carretera.
Vivo en un barrio
de pequeños propietarios,
de pequeños burgueses fanáticos 
—hasta la violencia—
del capitalismo;
y cuando el capitalismo sigue
sus dinámicas y sus caídas
periódicas al abismo
el miedo a ser proletariado
los devuelve a todas luces
a lo que siempre han sido,
a la fina línea
—que ya se desvanece—
entre el macarra y el criminal.
Os empeñásteis en tener calle
y os quedasteis sin futuro.
Niñas de catorce años comentan
entre carcajadas
cómo sus amigos se pegan
con los policías y les quitan la porra.
Y no por una causa
sino por un ego lesivo.
Es increíble
cómo una horda de analfabetos
intuyó y luchó
por un mundo más humano
hace ciento veinte años
y cómo hoy masas de individuos
con todo el saber posible
en un teléfono
abogan por ser analfabetos
funcionales e insisten
en ir hacia atrás,
volver a la barbarie.
Con la excusa de tener calle,
de ser de barrio,
calienta motores
el fascismo y la reacción.
Brillan como algo venenoso en la oscuridad,
y qué oscuras y yermas serán sus vidas
cuando terminen yermas y oscuras.

miércoles, 14 de febrero de 2024

En la nada y en la mierda

he publicado

más de mil canciones

en mi tiempo libre

en estos últimos veinticinco años

en ellas he tocado guitarras

panderetas bajos pianos

acordeones gaitas baterías

saxos flautas de todo tipo

he gritado a dios

y al diablo y al vacío


he lanzado

más de mil páginas de poesía

en libros y plaquetas

y todo ese esfuerzo

como el de los intestinos

formados tras millones de años de evolución

acabará en la mierda y en la nada

porque hoy día

ya está en la nada y la mierda

y ni lanza sombra ni eco

y así está bien



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miércoles, 7 de febrero de 2024

La poesía de los retretes en prime time

Me contaste tus vomitonas
en mil retretes
y los polvos que echaste
en esos mismos retretes
antes o después de vomitar,
o a veces, mientras vomitabas.
Y lo llamaste poesía
y me quisiste vender el libro,
pero yo ya había apagado la tele
y nunca me instalé Tik-Tok.

jueves, 1 de febrero de 2024

Las luciérnagas

En los primeros años sesenta, a causa de la contaminación del aire y sobre todo en el campo, a causa de la contaminación del agua (los ríos azules y los arroyos transparentes), comenzaron a desaparecer las luciérnagas. El fenómeno fue fulminante y fulgurante. Tras unos pocos años ya no había luciérnagas. Son ahora un recuerdo, bastante desgarrador, del pasado.
(P. P. Pasolini)


La desaparición de las luciérnagas,
del zumbido de las abejas,
entre los charcos de pis
en este vagón de metro.
Afuera la nieve y la jungla.
Arriba el exceso lumínico
y el reconocimiento facial
de las inteligencias artificiales
en una guerra tan lenta
que no la percibimos.
Una guerra donde no sabemos
qué hacer con los muertos,
esos que admiramos y quisimos:
¿Dejarlos con nosotros?
¿Resucitarlos?
¿Que descansen para siempre?
Y no, todas las novelas de Hemingway
no equilibran su balanza
con la sangre de criaturas inocentes
pesando tanto.
Cómo hablar del peso de una época
si sólo alcanzamos a ver una parte
de esta calle desde nuestras ventanas.
Todo era más fácil antes,
todo más sólido:
el pan, los obreros…
El futuro era mejor antes
porque no estábamos entonces.





miércoles, 31 de enero de 2024

La masacre cotidiana

¿Quién necesita presenciar una batalla
cuando existen las playas en agosto,
los mataderos y la normalidad?
La playa es un kilométrico cementerio
de gentes que perecen en llamas.
Ser incapaz de dar y por ello dar gracias.
Algunos de los que te rozan aquí,
en esta masa
de consumidores compulsivos
en la calle comercial
de la vieja ciudad medieval,
con la debida clave,
el pentagrama exacto,
no dudarían en cortarte el cuello
en medio de esta masa
de consumidores compulsivos
en la calle comercial
de la vieja ciudad medieval.
En la batalla nadie escucha el grito ajeno,
sólo es decorado para el estruendo propio.
El mundo se extiende
como zona de juegos en un castillo
donde sólo el eco nos acompaña.
Y si una voz nos alcanza,
lo que escuchamos,
lo que entendemos
es una amenaza absoluta.
¿Quién hace más daño
y quién se hace más daño?
¿El soldado que mata por Dios
matando así a Dios?
¿O el soldado que mata al hombre
sabiendo que lo mata para siempre
sin un después?
Es imposible educar a un primate
al que no le son suficientes
las copas de los árboles.
Nadie sabe educar a sus hijos
porque la lluvia sólo puede caer.
Hay quien necesita una puta vieja,
una habitación en ruinas,
una resaca de días,
para llegar al fondo de un pozo
y degustar su miseria.
Les sale caro lo que yo encuentro
en la risa de los niños que,
bajo un sol de primavera,
apedrean a un gato.
Quién necesita una fosa común
cuando llamamos progreso
a torres de cincuenta plantas
donde malvive toda una ciudad.

viernes, 26 de enero de 2024

Tan cómodos en el vaho

Si se llama activista probablemente
esté desactivando algo.
Hacer progresar el orden de las cosas
sigue siendo mantener el orden de las cosas,
porque toda ley tiene su trampa congénita
y consigue apagar así el fuego.
Dar un paso con valentía autorizada y papeles en regla
en un terreno incógnito que en realidad
ha sido parcelado en subasta tras talar sus bosques.
Todos esos posmodernos que temen al socialismo,
¿qué harían con sus versos
de quejas bajo el capitalismo
si el capitalismo desapareciera?
Son los primeros en la línea
de batalla contra el rojo:
porque la libertad, porque la autoridad;
y en realidad lo que desean
es seguir viviendo muy bien bajo el capitalismo
para quejarse de que el capitalismo no funciona.
Reivindican a Lorca con furia,
porque no fue Alberti ni Hernández,
porque no le dio tiempo a renegar
de una revolución,
porque están tan cómodos en el vaho,
y se sienten tan violentos
pisando la tierra...





jueves, 25 de enero de 2024

Todos los poemas del poeta que no se pringa y se extasia con una sombra

nada

nada nada

nada nada nada

yo

yo

yo

el solo sol la luz el ángulo

y yo que lo veo

y así muy profundo todo

en la superficie

pero sin panfletos

porque yo soy el panfleto

de la nada del ego

en la nada del todo

miércoles, 24 de enero de 2024

Anillo de bulevares

El absurdo intento de superar la historia

desde un Starbucks.

Qué barricada podremos levantar

con un café aguado en la mano.

Más allá del borde del mundo

ha emigrado toda una generación

que sólo quería vivir donde se pone el sol.

Ahora es difícil que se pongan en marcha

los sótanos y los conciertos,

la calle está triste;

pero así es la guerra lejos de la guerra,

así son la fronteras lejos de otro país.

Nada es gratis, nada se lleva el viento

por más que soplemos velas

de cumpleaños impostados.

En el anillo de bulevares circulan tanques

aunque todos parecen taxis.

Y aunque estamos al borde de un abismo

no lo sabemos,

sólo queremos escuchar ese último eco

de lo que fuera resuena,

y quizá caigamos al vacío,

siguiendo el canto de las sirenas

que nos clavarían en la espalda

un nuevo tiralíneas

partiéndonos a la mitad, cruel y ciego,

rajando nuestras casas, lagos,

jardines de infancia, recuerdos.

Estamos a punto de rompernos

porque nos creemos indestructibles

como antaño;

porque pensamos que somos

demasiado grandes para caer,

porque confiamos en amigos

que nunca ocultaron sus puñales,

porque somos fáciles como una sonrisa

y apenas nos resta la entereza frágil

del primer hielo de octubre.

Seguimos un camino de baldosas amarillas

porque pensamos que realmente existe

la ciudad de Oz, porque creemos en la magia.

Y aquí sólo queda lo que siempre ha habido:

barro en otoño y primavera, ladrillos a la espera

de que alguien sueñe una casa abierta

pero cálida y segura.

Nada caerá del cielo salvo fósforo blanco,

bombas de racimo;

nadie regalará nada a quien espera

la lógica de los regalos mientras

se mueve a codazos por las aceras.

Por más que conspiremos

el universo no forma parte del plan;

el pan pesa más que un acorde;

un niño siempre estorba en el camino

de una perforadora;

qué demonios hacen las abuelas

que no mueren y dejan paso.


Mientras, sigue nevando:

apenas podemos abrir los ojos

a la ventisca.



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martes, 23 de enero de 2024

Pasolini en Karelia

Memoria muscular del frío.
Pasolini bajo cero.
Pasolini llamando burgués
a un muchacho que duerme
en las aceras.
Tres limones españoles
que se encuentran en Finlandia
tras visitar tres países diferentes.
El frío es el silencio de las estrellas.
No hay auroras boreales
en el café de las gasolineras.
El hielo lanza un martillo
bajo nuestros pies
y todo tiembla.
Un cuadro de fractales
va creciendo en la ventana
cada noche blanca
de luna blanquísima.
En el día la urdimbre del cristal
a modo de juncos de vidrio:
la desinfección gélida se extiende
con dedos de vapor.

¿Te seguirá apareciendo tan blanca
la nieve de Finlandia, Pasolini,
tras la India, tras los indios sucios
de la India en Ghana?

Desde el cementerio acolchado de nieve
se ve el abajo donde descansa el lago helado,
donde las cornejas despiezan peces abandonados.
El lago respira con su motor de vaho
en algunas heridas de bala
abriendo su cuerpo de agua.
Recorrerlo es sudor y un temblor
que avisa con un disparo ahogado 
lo cerca que estamos de dejar de estar,
como una grieta de lápiz
sobre un lienzo que se repite cada año.

Y si cantas, habrá un cuchillo de hielo
sobre los juncos como ciudades rotas
de verano que no vuelve.
Hay un milano negro muerto y rígido,
grande como un glaciar,
frente a la puerta de una escuela
vacía por vacaciones.
Estas líneas no bajan la temperatura
de quien llegue a ellas,
no tienen preguntas sin respuesta,
no albergan nada especial
más allá de su propio frío
y su sol pálido que muere a las tres,
la luz rosada de unos abetos en negativo
que cortejan calles y calzadas
escoltando los pasos y su crujido de corcho.
Somos un bando de gaviotas al andar
sobre un mar de hielo roto en el horizonte
por un viento de oro sobre las cosas,
una especie de cuchilla ocre
fundiéndose en azul pastel.

Pasolini muerto en la nieve
como en la arena de Ostia.
Pasolini en el cielo pesado de grises
y Medea huyendo en la brisa gélida,
huyendo del tiempo de los ejércitos,
escapando  de las hordas negras
de la Alianza Atlántica.

Pasolini oráculo del futuro en los ojos
del joven lumpenproletariado
que lo asesinó a patadas en los cojones:
profecía en la lengua cruel del olvidado
que derrapa coches
en cada espacio abierto del planeta
cada viernes, cada sábado a la noche,
porque lo dicta el mercado
de la globalización reaccionaria
que nos devuelve al pasado y su violencia.
Ver es creer, pero despacio.
Despacio como la nieve
y con la seguridad de un cielo
que no mute en el frío.
Pasolini recuerda a Calderón y España
en las orillas gélidas que crujen
y el lago es un tambor que suena a guerra
cuando los perros ladran
–seguros en sus cadenas–
a las puertas de Rusia.
Ahora hay un misil cruzando llanuras de nieve,
hileras de abedules congelados
y la guerra parte la materia del mundo
como se parte una granada de zumo carmesí.
La luz se ha ido cuando llega.
Aparece casi como un recuerdo de sí misma.
Como diciendo:
    “Eh, esto podría ser; esto he sido.
    Así me recordaréis,
    acaso me soñáis así a veces.
    A veces todo lo que soy es este no ser,
    es todo lo que deseáis,
    de tal modo que todo será perfecto,
    todo sería tranquilo y podría dormir:
    el tiempo parado sin explosiones,
    bala alguna, gritos olvidados…
    un caminar despacio
    que no deje huellas de sangre en la nieve”.

Atrapamos el azul,
aferramos el azul aterido,
como si una mano fuera,
una oportunidad,
el saber un camino al azul,
tan pálido y glacial…
Asimos el azul como lo hace una nube:
el afán de olvidar y detener
los pasos y los besos,
esperando que no caigan las hojas
que ya han caído semanas atrás.

En la llanura helada se esconden fracturas
que no cubre el mercurio.
Pasolini podría aquí mirar bien a lo lejos
y seguir todo estando cerca y congelado.
Miramos un mundo gélido
con ojos donde tintinean perlas
de cristal blanco y opaco.
El paisaje es una cinta nívea, regular,
circula y oscila en horizontal,
discurre paralela al tiempo de los arrabales
de Roma o Milán a través de la ventisca.
En los copos de nieve como aves
raudas y breves
el mismo calor de las playas de Ostia,
el de la poesía de un objetivo y su óptica. 

El golfo de Finlandia se cuartea
en una dermis blanca y crujiente.
Quizá haya algas entre las grúas,
al salir tropezando de las cafeterías,
al topar con la nieve sucia de coches,
al resbalar en la sangre
pegada a las ruedas de un Alfa Romeo en fuga.

El hijo de un padre bien colocado,
bien ribeteado en la columna italiana
de metal tan antiguo;
el hijo menudo y fibroso
que apenas arroja sombra
sobre una llanura de cáscara de huevo.
Apenas arroja sombra;
ese apenas arrojar es suficiente
para que tiemble el mundo
con su claroscuro tan sutil y quirúrgico.
La vida es una trilogía que cruza las edades
como una ráfaga polar sobre las aguas
que configuran esta meseta helada.
En esa suerte de imperceptible oscuridad,
que acaricia los rostros y adentro,
una prostituta huye del sol
para no proyectar su sombra.
Cuando cae la enésima capa alba,
la repetida nevada, la nueva helada,
los chicos del arroyo
—con sus vidas de violencia—
aunque no tienen zapatos
se deslizan colina abajo sobre la nieve,
aplastada como el cuerpo de Pasolini,
que quiso tanto los cuerpos jóvenes
en el frío antiguo.
Se dejan caer los jóvenes niños del lumpen
entre carcajadas y navajas
porque la borrachera dura
pero no lo suficiente,
aunque el sol rojo no asome
tras su mirada arrastrada y suicida,
sin metas, sin ciclos, sin solución,
sin pronóstico que no sea
una nueva jornada en el negativo
del termómetro y el celuloide.

Pasolini registra todo a treinta bajo cero,
todo queda guardado en sus pupilas
dilatadas mirando al cielo y a la tierra,
todo descansa en secreto para siempre
en su cuerpo que reposa tan desmenuzado
tanto en Karelia como en el Lazio.

Pasolini conoce la nieve que desconocemos.
Pasolini y la nieve siempre ya.




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