sábado, 18 de abril de 2020

¿Queréis que mueran vuestros viejos?

Horarios rotos como un recuerdo
y el día que tropieza pasando turbio,
como una borrasca de un mal sueño.
Cuando salgamos de esta celda
estamos obligados a soñar llaves
y forjar cuchillos sin falta en su filo.
Hemos experimentado un régimen FIES
bajo en calorías y sin torturas.

Me siento afortunado
pues solo tengo problemas de sueño
aunque mi economía esté sumergida
y mi futuro no tenga color.

Espero todavía el anuncio entre pompas
de un referéndum sin trabas:
“¿queréis que mueran vuestros viejos?”.

Entre donaciones de asesinos
y las vergüenzas exhibidas en ventanas
un ave de muerte traslúcida decora
los gritos de tus vecinas,

porque nuestros días son una bóveda
que ya no vaporiza mete oritos.

Alguien ha descubierto que en casa es infeliz
y que en el trabajo al menos no piensa.
Tiemblan así los pilares de cada día
cuando la esfera del reloj ya no sabe
esconder más las mentiras.
“Para qué” es la pregunta
es la herida y el cañón
apuntando con sorna a la sien.



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