Me contaste tus vomitonas
en mil retretes
y los polvos que echaste
en esos mismos retretes
antes o después de vomitar,
o a veces, mientras vomitabas.
Y lo llamaste poesía
y me quisiste vender el libro,
pero yo ya había apagado la tele
y nunca me instalé Tik-Tok.
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