El mundo arde en los polígonos industriales cuando el sol cae,
arde en sus gastadas naves de uralita que resplandecen en la tarde,
arde en las miradas confusas de sus trabajadores tras un ERE,
que se sienten inútiles como el árbol que ni para verso sirve.
Crecimos creyendo en la autopista como puerta a la libertad,
nuestra mirada binocular entre el punto a y el punto b,
mientras el mundo escapaba alrededor,
mientras nos faltaba la visión periférica del insecto.
Ahora hasta el Don Quijote de Asfalto nos parece valiente y socialista.
Dejó de lado sus arrebatos individualistas para dar vida a la tierra,
y su tractor es semilla de futuro frente a las criptomonedas
en un tiempo donde el consuelo está en añadir al ataúd bonitos clavos.
Un tiempo soporífero, sistemático y previsible como un adolescente.
Deprimente como un chiringuito de verano,
sus alientos avinagrados, su reguetón y su tabaco,
habitando los bordes mellados de la civilización:
escombreras, torres de alta tensión, aguas fecales, coches quemados.
El mar solo se pone bonito
cuando se crespa con la tormenta.
El mar solo es el mar
cuando sube brava la marea.
Orondas toneladas de carne en la playa,
exceso de velocidad en la autopsia.
Sonetos de Vallejo que son rumbas,
ecologistas de twitter que no pueden vivir sin consola.
Morir tan solo que ni lo sepa el calendario.
Vivir tan fuera de sí, solo existir en esferas de reloj.
Derramarse suave como agua en pared de musgo,
aferrarse como el sudor que brota del aire costero.
Un caer pesado e irresoluble, de planeta,
de despertar resignado bajo nubes de otoño.
Que sople árido el verso tajando nuestro sombrero de juncos.
Hay quien se indigna por esta sociedad enferma
mientras se lía un porro y se pierde en alcohol.
Los pájaros ya son arrugas y leemos poesia como leen los viejos,
moviendo la boca y chamullando cada sílaba.
-------
Esto es una letra para el proyecto de slowcore "Sasulka":
arde en sus gastadas naves de uralita que resplandecen en la tarde,
arde en las miradas confusas de sus trabajadores tras un ERE,
que se sienten inútiles como el árbol que ni para verso sirve.
Crecimos creyendo en la autopista como puerta a la libertad,
nuestra mirada binocular entre el punto a y el punto b,
mientras el mundo escapaba alrededor,
mientras nos faltaba la visión periférica del insecto.
Ahora hasta el Don Quijote de Asfalto nos parece valiente y socialista.
Dejó de lado sus arrebatos individualistas para dar vida a la tierra,
y su tractor es semilla de futuro frente a las criptomonedas
en un tiempo donde el consuelo está en añadir al ataúd bonitos clavos.
Un tiempo soporífero, sistemático y previsible como un adolescente.
Deprimente como un chiringuito de verano,
sus alientos avinagrados, su reguetón y su tabaco,
habitando los bordes mellados de la civilización:
escombreras, torres de alta tensión, aguas fecales, coches quemados.
El mar solo se pone bonito
cuando se crespa con la tormenta.
El mar solo es el mar
cuando sube brava la marea.
Orondas toneladas de carne en la playa,
exceso de velocidad en la autopsia.
Sonetos de Vallejo que son rumbas,
ecologistas de twitter que no pueden vivir sin consola.
Morir tan solo que ni lo sepa el calendario.
Vivir tan fuera de sí, solo existir en esferas de reloj.
Derramarse suave como agua en pared de musgo,
aferrarse como el sudor que brota del aire costero.
Un caer pesado e irresoluble, de planeta,
de despertar resignado bajo nubes de otoño.
Que sople árido el verso tajando nuestro sombrero de juncos.
Hay quien se indigna por esta sociedad enferma
mientras se lía un porro y se pierde en alcohol.
Los pájaros ya son arrugas y leemos poesia como leen los viejos,
moviendo la boca y chamullando cada sílaba.
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Esto es una letra para el proyecto de slowcore "Sasulka":
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