lunes, 8 de abril de 2019

Depender del silencio de las calles...

Depender del silencio de las calles para permanecer. No buscamos las palabras. Ya muere el sol: nuestras manos, heladas. Nos abrazamos en la soledad del asfalto, del poliedro. La geometría nos alimenta durante el invierno. Vuelta a recorrer nuevas arrugas, sin objeto, en un tiempo vacío. Ayer te vi y te ignoré: no puedo abrir más mis grietas. Todo ahí afuera es aterrador... Hay una guerra en el silencio. Somos las víctimas de nuestros cuchillos y disparamos a nuestros hijos. Nos han alquilado cada frase, nos desahucian de lo que decimos. Hay una fosa, una línea, una cicatriz en la pupila, las agujas de aquel reloj clavadas en la lengua. Nos hacen olvidar que son de piedra nuestro pies, dónde dormimos, dónde vivimos. Atados a un trabajo que no tenemos, un trabajo que anhelamos, aunque lacere nuestros cuerpos. Se abre el mundo sin razón: perdemos el tiempo bajo tierra. Respiramos barro y queremos llorar. No encontramos agua que nos limpie.

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