Mi abuelo durante la guerra,
un crío,
un crío,
junto a una tapia del pueblo,
los cadáveres de los fusilados.
Mi abuelo dejó de comer arroz
con tomate en su niñez:
los claros granos cereales
untuosos de salsa rojiza
remedaron desde entonces
remedaron desde entonces
la cabeza descerrajada y cármena
de aquellos muertos,
sus lóbulos partidos en migas.
El vertido violento de aquellos cráneos
estallados pasó a inundar ollas, platos,
la cuchara, la boca...
Todo olía a tapia y sangre de nuevo,
todo manchaba de hombre roto otra vez.
Mi abuelo pasó toda su vida
evitando el arroz con tomate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario