Cuando sopla el viento del norte,
nos llueven las basuras que huyen
de los vertederos de suburbia.
Por aquí las señoras pretenden
superar el vacío existencial de septiembre,
—sobreponerse a sus cielos
abismados de púrpura y tormenta—
con un nuevo tinte para el pelo.
Ya no nos preguntamos
si entre la espuma las rocas se ahogan
o si es que el mar las abriga.
Aspiramos a llevar a las espaldas
nos llueven las basuras que huyen
de los vertederos de suburbia.
Por aquí las señoras pretenden
superar el vacío existencial de septiembre,
—sobreponerse a sus cielos
abismados de púrpura y tormenta—
con un nuevo tinte para el pelo.
Ya no nos preguntamos
si entre la espuma las rocas se ahogan
o si es que el mar las abriga.
Aspiramos a llevar a las espaldas
sólo las espaldas.
La sensación de habitar un tiempo inútil
La sensación de habitar un tiempo inútil
como la noche que no descarga
la pesada suciedad del día anterior, la noche
que te comba los hombros al amanecer.
En la madrugada braman las autovías;
la humanidad ruge desquiciada
y nos ocultamos bajo la luna,
entre espigas:
nos han robado hasta la primavera,
su memoria,
la pesada suciedad del día anterior, la noche
que te comba los hombros al amanecer.
En la madrugada braman las autovías;
la humanidad ruge desquiciada
y nos ocultamos bajo la luna,
entre espigas:
nos han robado hasta la primavera,
su memoria,
la han pintado de colores
que no reconocemos.
Y así estamos, perdidos
cuando sopla el viento del norte.
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