Recordamos el pavor del eclipse
sobre las pirámides de Egipto o Mesoamérica,
sobre los jardines de Babilonia,
sobre las plazas, templos, ágoras y torres
de civilizaciones ya enterradas.
Recordamos el terror del eclipse y ahora
no comprendemos cómo andamos tan cómodos,
tan al gusto, tan plácidamente entre tinieblas.
Así somos hormigas de espalda rota de trabajo
detenidas en su trayecto, mirando absortas
esa enorme suela que baja sin pausa,
sobre las pirámides de Egipto o Mesoamérica,
sobre los jardines de Babilonia,
sobre las plazas, templos, ágoras y torres
de civilizaciones ya enterradas.
Recordamos el terror del eclipse y ahora
no comprendemos cómo andamos tan cómodos,
tan al gusto, tan plácidamente entre tinieblas.
Así somos hormigas de espalda rota de trabajo
detenidas en su trayecto, mirando absortas
esa enorme suela que baja sin pausa,
cubriendo el sol, el cielo, las aves,
segura y lenta como el recuerdo,
sólida como cualquier final.
segura y lenta como el recuerdo,
sólida como cualquier final.
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