jueves, 7 de julio de 2022

Una colilla y su incendio

Acaso ya algo más directo
más claro
que una colilla y su incendio
y todo su bosque calcinado;
acaso ya forma más clara
más directa
que resuma la estupidez
suicida y malvada
que somos con baba en los labios.
Quizá deberíamos guardar
lo más sólido de nuestro odio
para el cobarde que calla,
que asume,
que curva el mundo en su genuflexión;
y no tanto para el audaz que abusa
de la tibia recta de las cosas.
Caer en la tentación sigue pesando menos
que caer en la culpa satisfecha del esclavo.
Hay lugares y biografías
en las que el sonido de un motor
es el sonido de un cuchillo.
No la esperanza de un viaje o un servicio;
sino la certeza sola
de una bala cruel y sin metas ni motivos.
En un mundo de tiranía y oscuridad
los leves chispazos, minúsculos relámpagos,
no tienen derecho alguno a hablar
sobre lo inevitable o lo efímero,
me temo.



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