El planeta se presenta azul y verde,
algunas canas blancas en sus trillos de nubes,
parches de tierra en desiertos de café.
No parece tan negro
en la oscuridad del cosmos.
Somos una cuenta de collar perdida
y con esto puedo olvidar mis lágrimas.
Es curiosa esta caída
que parece un cielo prometiendo estrellas.
Quizá ese ofertar un cometa,
sugerir la posibilidad de una enana roja
ya debiera habernos puesto en alerta.
La otra orilla siempre será la que deseemos.
Al otro lado del río sigue estando nuestro lado.
Si fuéramos árboles
muchos no tendríamos sombra
o raíces o celulosa para un nuevo libro.
Se están disparando tantos futuros
desde todas partes y hacia tantas direcciones
que el cielo es una taracea de pasados.
Ya decaen las esperanzas,
ya sólo el desengaño nos ayuda a buscar asideros.
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