lunes, 26 de agosto de 2024

La sombra siempre es más terrible que el cuerpo

Ojalá vivir en la derrota
triste y satisfecha
de quien quiso ser vencido;
la victoria más perenne,
la de quien no deseó ganar.
Pero en cada museo hay
tantas habitaciones vacías,
tantos talleres cerrados…
Y, frente al silencio,
todas las canciones son el llanto
de un cachorro perdido.
A veces crecemos a pesar del pasado
porque nuestro ADN no es un adelante
sino una carga lastrada,
y desear en pretéritos sólo un oxímoron.
Y esperamos, esperamos, esperamos…
No se cansa de esperar
quien tiene consuelo y objeto
en la espera.
Así, la espera resulta lo esperado
y en ese refugio aguardamos..
Pero a qué esta expectación
si sólo nos acercamos a Dios en 1917.
Yo quería ser una niña
y su principal preocupación
de encontrar la última pieza del puzzle;
la cuestión es que aquí seguimos
con un puzzle al que le faltan piezas,
seguimos siendo niños y seguimos
sintiendo esa misma angustia:
esto es una constante
que se embute en nuestra sombra.
La sombra
siempre es más terrible que el cuerpo
pues alberga toda la potencia de éste
y todo lo posible de un mundo oscurecido.
Cansado y al borde
de todos los desiertos,
me aferro a lo inevitable de escribir
por lo inevitable de las cosas.
Y voy cerrando las manos
poco a poco,
una a una
mis decenas de manos.

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