Bob Esponja y Jazz Bandana superando en cicatrices
a esta realidad de goma. No añades ni una coma
a este tiempo de árboles castigados sin ramas.
A veces te viene grande, a veces te va pequeña
la órbita del planeta sin lumbre ni fases
cada madrugada reiniciando memoria.
Las luces en la distancia, sonidos de autovía,
donde habita la tristeza y todo es azul,
descampados en afueras, oxígeno entre coches,
dónde estabas tú.
La única radio que escuchas son los radios de tus ruedas
el único brillo que importa no cabe en las aceras.
Grupos de capital en el parlamento
el miedo a la venta en almacenes sin descuento
Te acercas despacio al saber y escuchas callada al dragón;
te alejas del fuego porque no te sobra vida ni posees tanta piedra.
A veces te vas a Japón y se te pegan las lentejas;
la cocina es el horror del coronel Kurtz llorando en las tinieblas.
Qué caros los arrebatos al llegar a cierta edad,
qué imprescindibles para saltar sobre la luna.
Para qué distorsionar la realidad ya saturada,
cuenta bancaria del hambre futura.
Ya no confías en la policía.
Ya no confías en tipos armados de ultraderecha
que se saben impunes cuando dejan marcas en el alma.
Dicen que una buena lluvia se lleva la mierda
pero en tu barrio sólo revienta cloacas,
pasamos una semana dibujando miserias
en el fango que nadie quiere y todos olvidan.
Noches en que esta pena sin causa concreta
te niega el sueño y te rompe la espalda.
Todo cae sin razón definida en el vacío.
Aferras con rabia tu cuerpo de plata.
Te acercas despacio al saber y escuchas callada al dragón;
eliges alejarte del fuego porque no te sobra vida ni posees tanta piedra.
A veces te vas a Japón y se te pegan las lentejas;
la cocina es el horror del coronel Kurtz llorando en las tinieblas.
El alba es una cuerda de nudos imposibles
el día de mañana es el miedo de cada día
pedaleas esquivando palabras invisibles
en el extrarradio lejos de la gran vía.
El cielo derrota con brazos de arena
a la noche que se rinde agotada,
el calendario se hace cadena
y todos acuden a su llamada.
Te acercas despacio al saber y escuchas callada al dragón;
eliges alejarte del fuego porque no te sobra vida ni posees tanta piedra.
A veces te vas a Japón y se te pegan las lentejas,
la cocina es el horror del coronel Kurtz llorando en las tinieblas.
a esta realidad de goma. No añades ni una coma
a este tiempo de árboles castigados sin ramas.
A veces te viene grande, a veces te va pequeña
la órbita del planeta sin lumbre ni fases
cada madrugada reiniciando memoria.
Las luces en la distancia, sonidos de autovía,
donde habita la tristeza y todo es azul,
descampados en afueras, oxígeno entre coches,
dónde estabas tú.
La única radio que escuchas son los radios de tus ruedas
el único brillo que importa no cabe en las aceras.
Grupos de capital en el parlamento
el miedo a la venta en almacenes sin descuento
Te acercas despacio al saber y escuchas callada al dragón;
te alejas del fuego porque no te sobra vida ni posees tanta piedra.
A veces te vas a Japón y se te pegan las lentejas;
la cocina es el horror del coronel Kurtz llorando en las tinieblas.
Qué caros los arrebatos al llegar a cierta edad,
qué imprescindibles para saltar sobre la luna.
Para qué distorsionar la realidad ya saturada,
cuenta bancaria del hambre futura.
Ya no confías en la policía.
Ya no confías en tipos armados de ultraderecha
que se saben impunes cuando dejan marcas en el alma.
Dicen que una buena lluvia se lleva la mierda
pero en tu barrio sólo revienta cloacas,
pasamos una semana dibujando miserias
en el fango que nadie quiere y todos olvidan.
Noches en que esta pena sin causa concreta
te niega el sueño y te rompe la espalda.
Todo cae sin razón definida en el vacío.
Aferras con rabia tu cuerpo de plata.
Te acercas despacio al saber y escuchas callada al dragón;
eliges alejarte del fuego porque no te sobra vida ni posees tanta piedra.
A veces te vas a Japón y se te pegan las lentejas;
la cocina es el horror del coronel Kurtz llorando en las tinieblas.
El alba es una cuerda de nudos imposibles
el día de mañana es el miedo de cada día
pedaleas esquivando palabras invisibles
en el extrarradio lejos de la gran vía.
El cielo derrota con brazos de arena
a la noche que se rinde agotada,
el calendario se hace cadena
y todos acuden a su llamada.
Te acercas despacio al saber y escuchas callada al dragón;
eliges alejarte del fuego porque no te sobra vida ni posees tanta piedra.
A veces te vas a Japón y se te pegan las lentejas,
la cocina es el horror del coronel Kurtz llorando en las tinieblas.
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