martes, 12 de octubre de 2021

El trabajo me impide escuchar poesía...

El trabajo me impide escuchar poesía
cuando mis yemas se hunden en teclados.
De todos modos, qué injusto que un verso
lo aproveche igual un torturador
que una mano que empuña una semilla.

Quisiera pensar que guardamos caballos
en las bocas
que hay potros piafando impacientes
tras nuestras encías
pateando su espera a la sombra
de los dientes.

Extraño el salto de la urraca
con su rumbo de rombo,
pero sé que el hombre envidia el aullido del lobo
pues ningún sonido retrata mejor su nada,
su absurdo humano.

Las reglas del juego las dicta
gente tan rica que sólo tiene bolsillos.
Gente que acapara ruinas
para venderlas como futuro
cuando se pongan de moda.

Prefiero dormir poco para pasármelo pipa.






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