El mar empuja mi sueño
con su ronroneo de gato enorme.
En mi vientre un accidente.
La vida se va, vaciada,
por los bajos.
Cierro los ojos
de cerrojo oxidado sin llave ni ojal,
esperando silenciar el mundo
con una distancia cálida,
segura,
que nadie conciba,
que nadie pueda cubrir.
Cada sirena en la ciudad
es una lágrima aullada,
un costurón en esta huida inútil.
La realidad se construye en esa fuga,
escapada sin fruto,
certeza inamovible.
Como quien bebe para olvidar
está condenado al olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario