martes, 12 de marzo de 2024

Adoro los lunes

Adoro los lunes por ser pura materia,
por ser la esencia del motor de la historia,
por no dejar hueco al desenfreno de las bestias
que el mercado dicta cíclicamente cada viernes.
Amo los lunes porque entonces las manos se mueven de verdad,
porque las bocas se abren de verdad,
porque el lunes enfrentamos lo que hemos podido ser
con lo que estamos siendo cuando tenemos un objeto.

Adoro los lunes por su realidad de piedra,
su verdad de roca, su potencia de barro,
de voz, de cielo, de nubes: adoro los lunes 
y su soledad tranquila en la montaña,
su rozar algo en el ADN,
su viento que trae mil historias
a cada cual más desconocida;
algo que nos roza en lo profundo,
algo que toca nuestra sensibilidad,
algo que nos pone en alerta,
algo que nos hace recuperar por unos instantes,
levemente, lo que era estar vivo,
lo que era trabajar y cambiar el mundo,
lo que era derribar un árbol para tener una casa,
lo que era el fuego, lo que era la comunidad,
lo que era el futuro cuando lo tomamos firme.

Adoro los lunes por traerme más libertad
que la ofertada por el sistema, la del fin de semana;
porque me acerca más a lo que soy
que el tiempo libre que la máquina nos brinda
hipotecado a partir del viernes al mediodía
Adoro los lunes porque entonces se puede pensar:
el ruido ha cesado, lo salvaje deja de cumplir
su papel narcótico y mercenario,
podemos vislumbrar un camino en la niebla.



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