viernes, 1 de marzo de 2024

Todo lo que soy es producto de un conflicto

Todo lo que soy cada día
es producto de un conflicto:
ando por no olvidarme,
leo para no perderme,
levanto pesos terribles
para olvidar lo ligero de todo,
pienso toda una música
para ahogar el ruido.
Vendo mi biblioteca
para hacer más fácil una mudanza
que nunca termina de llegar.
Brindo este sol al pasar de la vida
y las puertas que nos ofrece:
le brindo esta tarde a un hormiguero
hiperactivo y absurdo.
Quisiera escapar
como Kiko Veneno, hacia el sur,
pero es allí donde todo arde.
Intento reconciliarme con el mundo
en Tati.
No me encuentro
en este desencuentro
entre lo que somos
y lo que podemos ser.
No veo un camino sino un muladar
donde todos ignoran los huesos
malolientes y desenterrados al sol.
No entiendo esta normalidad
donde todo se sacrifica al corto plazo,
donde vivimos vidas terribles y dobladas;
esto tan cotidiano donde la lluvia es orín.
Vivo con la certeza de que el futuro
estaba más cerca hace cien años.
Avanzo como puedo,
forzado entre la inercia y la gravedad.
Tengo ganas de que llegue ya
la inteligencia artificial
donde había camioneros
y cerrar así el círculo del absurdo
con la certeza de llegar salvo a casa.
Escribo estas líneas
en la esperanza de estirar el tiempo
y que la mecánica siga su curso;
olvido que el motor está viciado
y el rumbo decidido:
este movimiento no nos acerca
a ninguna parte.
Todo lo que soy es el absurdo del ser.





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