jueves, 24 de mayo de 2018

La resaca te lleva mar adentro

La hipoteca del chalet redujo a escombros el asalto a los cielos.
Frente al odio la sonrisa se pudrió
y la seguridad social seguía sin cubrir sus caries.
Se golpearon el pecho
atragantándose de pulsos sin municipalizar,
mientras en lo alto, tranquilos, sonreían los amos,
disfrutando del juguete.
Hablaron de limpiar las ciudades y domar su velocidad;
nos encerraron en corrales, detrás de vallas,
con la seguridad como dogma y mantra.
La deuda con sangre entra,
y las familias con lágrimas salieron de sus casas,
a empujones, entre las risas del sicario
al que sí subieron en treinta monedas
el salario que fluye de las torres del oligarca.
El bucle fue inmisericorde;
la desilusión, semilla para décadas oscuras.
Guindos en hileras toboganes rotos por el uso,
que una vez secos y desmenuzados abonaron campos yermos,
amargos viveros de fobias, de miedo y alambrada.


A Josef Antoni, porque le acabo de dar una sirla guapa.
Otros lo llaman "homenajear".

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