miércoles, 27 de junio de 2018

Deporte al amanecer en junio

En la mañana fresca celebro mi cuerpo.
En el sudor y la golondrina,
en el crocoteo madrugador de la cigüeña,
la torsión y el esfuerzo,
el cariño a esta herramienta de primavera.
En la soledad del cuidado elástico,
la oración a tendones y músculos,
The Blue Nile en los cascos
mientras flotan las promesas del verano,
rosa y azur el viento,
los brazos inflamados de vida
sujetos por una red de venas,
y la frente, manantial de caricias,
nido brillante del secreto de toda esfera física.
Agradezco la mano sugerida,
la mirada abrupta y sonrojada,
agradezco saber que planto fuertes
los pies en la arena de este coliseo.
Cuando el miedo es quien guía la lucha
y no el honor,
cuido de mi torso y mis rodillas,
presto a la confidencia o al puñetazo torticero.
Construyo puentes en el calendario
cuando elevo la mandíbula sobre el horizonte.
Equilibro una balanza de mercurio
al besar el suelo en series de treinta repeticiones.
Es una fiesta mi cuerpo, una barricada,
un verso atragantado en la tráquea del titán.
Es un grito contra la rebaja de las pensiones
y la subida de la edad del pensionista.
En un mundo que nos quiere efímeros, obesos,
medicados, prematuros, frágiles...
En un mundo en el que la tasa de ganancia
se revuelca enlodada en las tasas de mortalidad,
el enemigo es una respiración pausada, calma,
en un cuerpo tenso y listo para la guerra.

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