¿Y si cada amanecer
es sólo
el brillo fugaz de un meteoro?
¿Y si nuestros cuerpos
son sólo
faltriqueras que retienen con esfuerzo
treinta monedas de sangre?
¿Y si nuestra piel es una trinchera?
¿Y si cada órgano es una barricada?
¿Y si nuestro corazón sólo late
en su búnker de músculo?
¿Y si nuestro estómago es el foso
de un castillo que guarda el vómito
frente al mundo?
¿Y si en el sueño parecemos ángeles
bellos
porque el sueño es morir un poco?
¿Y si nuestra belleza está condenada a ser
la de los muertos que seremos?
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