Sé que Europa está condenada
a las glaciaciones,
a desaparecer en el trasiego
absurdo y tectónico
que el hombre compone,
que lo llena con nada.
Sé que los imperios van y vienen,
matan y construyen,
dejan una semilla
o un callejero de la A a la Z
o caen en el olvido
a pesar de sus bibliotecas.
Sé que me ha tocado vivir
el borrado de una historia
dentro de otra historia
porque así gira el mundo,
sin lógica y a base de miedo.
Y sé que mil setecientos ochenta y nueve
sumará menos que seiscientos veintidós:
veremos la media luna de una teocracia
reconstruyendo La Bastilla.
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