viernes, 28 de junio de 2019

La contradicción ácida de despierto...

La contradicción ácida de despierto
no querer dormir y dormido
no querer despertar;
se acumulan las líneas tensas,
se van agrietando los arcos,
el celaje de mañana se disipa,
inasible, triste, humano.
Esta noche, por favor,
que muera y sea eterna,
que permanezca indeleble
en el olvido.
Apegarse a este vacío
pese a todo y sin meta:
como las cosas favoritas
las de para toda la vida
nos acompañan hasta la tumba;
se descubren en la adolescencia
y son nuestra columna, nuestra nostalgia.

sábado, 15 de junio de 2019

Cabronías XIV

Me sonrÍes con complicidad al decir
“Valar Morghulis”;
me miras con indignación cuando digo
“catorce pagas y convenio colectivo”.
....

Te vas de casa y desciendo a la prehistoria.
....

Perdéis el culo por votar,
guiados por miedos cada cuatro años.
Cómo no vais a tener miedo
si pasáis cuatro años en silencio.
....

Me puto agobiáis con vuestros romances
intensitos y bohemios a toda red,
con vuestro cuerpo fuera del cuerpo;
siempre con el cuerpo en la boca
y en la brújula de la ingle.
Luego llegan los disgustos
y estalla el cajón de mierda,
como en todos los dormitorios.
....

De tanta amargura,
de tanta comezón podrida del mundo
comenzar a cagar cucarachas.
....

Queríais acoger a medio mundo,
y ni siquiera poseíais un ladrillo
de la casa que habitabais.
Creísteis abrir los brazos
pero fabricabais carne de cañón.
Todo comenzó a derrumbarse,
llegó la noche, llegó el polvo abrasador,
y las calles se poblaron de gritos y miedo.
Las ratas tomaron el poder.

miércoles, 12 de junio de 2019

Que encalle la luna

Pían furiosos los pájaros en las madrugadas, gorjean al día su ira, lo intuyen bajo la luna que cae. Que no amanezca. Que las estrellas tornen a brillante placa de hielo y la luna encalle, quede varada en tal llanura azul y pálida, que no descienda jamás en esta noche eterna de polvo de diamante. Que de la gente sólo quede el silencio y que sea esa la canción del mundo en la madrugada de verano que ya es gélida. Se anticipa el día, pesadísimo y triste, rebosando palabras turbias, motores. índices de precios al consumo, caras grises y erosionadas, caras de fumador consciente y orgulloso en sus grilletes. Me quedo en la noche: sus dudas como guadañas son caricias frente al disparo de los días asfixiados entre el sol y el asfalto sin solución.

viernes, 7 de junio de 2019

Qué lejanos los volcanes...

Qué lejanos los volcanes y los libros,
qué cercanos el ERE y la hipoteca,
el silencio y la mirada gacha,
las tragaderas en expansión de universo,
callar por miedo a la calle.
Balanzas defectuosas.
Las venden así de fábrica,
equilibran las caídas
y así eres clase media
aunque no poseas nada.
Una avalancha: tales son los días,
tu peso muerto arrastrado
sin oposición, leño viejo en las olas,
desnortado, inerte en la inercia.
Si te abismas, te sustituyen;
si te centras, te abisman.
Si callas, produces, sí,
a pesar de ser solar yermo
en lo profundo de las tripas.
Qué lejano el horizonte
cuando el calendario es un óvalo
descolorido y absurdo,
y su vértigo inasible de días de arena
hace del tiempo un pantano sin salida.

miércoles, 5 de junio de 2019

Pero qué asco da todo

Pequeñas estrellas del andergraun poético;
hasta la visita al baño es trascendente
en vuestras líneas, páginas y redes,
y resulta que al final…
al final sólo habláis de amor,
de frotarse los cuerpos.
Tantas alforjas, tan poco viaje.
Yo sólo sé que tengo más,
mucho más.
No mejor y probablemente peor,
porque no me interesa
trascender, ni meterla
ni que te importe.
Sé que estallo y me desbordo,
y en mi nimio respirar
las costuras siempre ceden.
De tanto brotar,
no hay eco ni cresta ni valle,
sólo fluir en la sombra y sin huella.
El puto loco que no calla
y que suena a lo lejos ignorado,
o no suena, ya afónico y absurdo,
ya serrucho sin dientes
perdido en burlones mares de madera.
Soy biodesagradable
y cada célula me arde de bilis
porque imagino pero no alcanzo,
y así todo el planeta, girando en sus mares.
Resulta que toda esta escena
es un pasillo del supermercado:
las bandejas de poliespan,
antes de acabar en vertederos,
portan ripios de viejos verdes
y cansinas cantatas de artivistas en cadena.
No sé en qué momento
la basura deja de ser producto al peso.
He decidido dar la espalda a rimas y figuras,
dejar de preocuparme por cada silueta
en cada camino nacido al paso errático del día.
He decidido encerrarme con cuatro abalorios
y muchos píxeles, muchas cuerdas.
Intentaré al respirar no ser alambrada,
intentaré ser sombra sin cénit,
pedalear antes que morir.
Ni los versos se libran de la sangre plena
de heridas, de ingles ansiosas, de oro negro.


“Ja ja ja. Dios, qué asco da todo”.




lunes, 3 de junio de 2019

La España de Abascal

La España de Abascal se resume
en Abascal abatido
por las armas que defiende;
se define en cañones pululando libremente
bajo el libre mercado y su gusano corrupto
que Abascal quiere.
Esa España que madruga
para perder gente en cunetas
y multiplicar paredones
en el nombre del dios de los caciques.
La España que se llena su descomunal boca
defendiendo la muerte y la tortura
como sinónimos del campo,
esa España dizque del agro,
que no suda en invernaderos
por un plato de arroz y un camastro,
esa españa de señoritos y santos inocentes.
La España rancia e imperial
donde el hambre y la miseria eran adobe
del edificio que se pavoneaba elevado
ignorando las grietas que lo sostenían.
La España de Abascal es de lazarillos,
pan duro y cólera galopante,
de muertos llorando sangre en otro hemisferio
para embolsar las arcas del duque de Alba,
y el duque de Alba cobrando de Europa
subvenciones de terratenientes para terratenientes.
La España de Vox es la españa sin voz
y de huesos quebrados,
España de idiotas famélicos babeando
al masturbar la bandera que les roba el pan
para dárselo al perro del oligarca,
la españa que mata a sus hijos en tierras lejanas,
a mayor gloria del rey fratricida que mata elefantes.
La España de Abascal es el eco tramposo
de un pasado travestido, buscando paliar
las miserias de la España de Abascal.

sábado, 1 de junio de 2019

Envenenarse de relojes

Han vendido esta ciudad, han vendido sus canciones. 
Nos rascamos los bolsillos, nos perdemos en rincones, lejos del cielo. 
Las bombillas de colores nos confiesan su derrota, cada noche. 
Siluetas tropezando en las baldosas que nadie reparó. 

Sopla las velas, pide un deseo, sopla tus velas, marinero. 
No hay mar libre de plástico, y navegamos en desiertos. 

Quién retuerce las calles de tu barrio, 
quién te envenena de relojes, 
quién te entierra en un vagón cada mañana bajo tierra, 
quién pone barrotes en cada cristal. 

Es imposible mancharse los zapatos 
cuando el barro habita los espejos. 
Las esquinas son disparos de astillas en tu pecho, 
donde antes florecía la noche y su rosal. 

Sopla las velas, pide un deseo, sopla tus velas, marinero. 
No hay mar libre de plástico, y navegamos en desiertos. 
Avante toda hacia el silencio, acantilados y zozobra. 
Marea baja en el cemento, pocos remeros, negras olas.



El viejo huerto, las viejas llaves

Ser demasiado viejo para más junios.
Si no hay lucha de clases, todo es una nube tóxica de palabras.
Ser demasiado joven para abarcar octubre,
rebotar por las esquinas como el amor roto.

Esperar que el viento incline su filo,
que rasgue la historia y su fantasma.
No confiar en el susurro de la serpiente.
Ignorar las miradas que habitan las sombras perversas del parlamento.
No dejar nunca de regar el viejo huerto y sus árboles amigos.

La esencia del arcoiris es la alerta ante la lluvia,
imposible el camino sin dibujar andando un mapa.

Aceptamos las derrotas de otro mundo imposible,
pensar en el futuro ya es un acto de revuelta.
El trabajo os hará libres para morir en la levedad y el olvido,
olvidad el horizonte, cerrad puertas y ventanas, que no pase la luz.

Que no paren las cadenas de montaje ni la venta de los cuerpos,
que circulen importados los fetos de las pobres,
que perdáis vuestro catalejo en una casa de apuestas,
y que olvidéis vuestras simas visitando narcopisos.

La esencia del mañana es no cesar la vigilancia,
olvidamos cómo hablar y sólo repetimos
las frases y cristales de quien juega con las calles,
asumimos nuestra grieta como mal inevitable.

Las viejas llaves siguen abriendo verjas y asaltando los castillos
Olvidamos lo que somos, plebe y grey y siervos sin preguntas.

La esencia del viaje es la sed de amaneceres,
dormir con un ojo abierto por si el cielo se derrumba,
comprobar que la balanza no es herida en los bolsillos,
y que huela a pan sin hambre al despuntar el día.

Centraremos las miradas en el puño de la espada,
que no descansen los campos que a las palabras alimentan,
que no cesen de quebrarse las lunas lejanas de los bancos,
que las manos más labradas elaboren la tormenta.