martes, 9 de julio de 2019

Toda mi vida viviendo contra mí

Llevo toda mi vida viviendo contra mí.
Cada domingo de sol
y cuñadismo de periferia,
las barbacoas saturan el aire
y mi estómago
de vegetariano doliente
se desespera y ruge.
Cada violación y cada cuchillada
que recibe el barrio y no un torturador
ponen una soga en mis manos
porque me sobra gente.
Ya pasaron los tiempos
en los que hacer lo que podía
y hacer lo que quería eran lo mismo.
La pila se atasca y yo trago saliva.
Pelo patatas buscando gusanos.
Voy dejando un rastro de gente arrepentida
de haber sido piel y palabra
en la órbita común.
La santa inquisición es mi espejo inverso,
viviendo acelerado, ahíto de café, raudo
como una canción de Descendents.
El silencio del wasap
sin acuerdos colectivos me enerva.
Gustoso construyo muros
porque he perdido la fe en las olas.
El soldador golpea la escoria candente
con su piqueta aguda,
sonido intenso de batir huevos
en la tarde hambrienta
del mundo que crece.
El soldador le pone huesos al mundo
que ya no puede alzarse.
Yo he perdido los planos
y sólo levanto sótanos.

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