jueves, 5 de septiembre de 2019

Síndrome sin pausa

Es septiembre, volvemos con furia
a nuestras vidas de mierda, prestos,
desesperadamente prestos
a atropellar gatos
camino a polígonos industriales.
Acompañan nuestro regreso al zulo
fuegos artificiales tras una alambrada
tejida entre postes flanqueando
radiales de extrarradio...
Estallidos de fuegos artificiales en la lejanía,
sordos, ahogados, latidos perdidos.
El pecho nos pulsa apagado,
un batir quebrado de ascua moribunda
en la última noche de fiestas,
pavesa triste de cohete
que sabe próxima la oscuridad.
Cae grave la nostalgia del horizonte perdido.
La nostalgia son dedos patinando
en una pantalla, fotografías
de un verano de saldo,
aglomerado como el metro en hora punta.
Tu cámara te engaña cada agosto: 
la vida es más marrón.
Respirar es amarillo.

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