Lo malo del hombre
no es cuando habla,
es cuando se mueve,
incapaz de comprender
“déjalo en paz”,
“no lo toques,
no hay necesidad alguna”.
No puedo evitar pensar
que la persona más humilde
siempre peca de orgullo asesino
a diario frente al plato.
no es cuando habla,
es cuando se mueve,
incapaz de comprender
“déjalo en paz”,
“no lo toques,
no hay necesidad alguna”.
No puedo evitar pensar
que la persona más humilde
siempre peca de orgullo asesino
a diario frente al plato.
Así que
siempre preparada
para que tras la más sublime línea
aguarde un torero
un violador
un adicto a la muerte.
Quiero pensar,
a diferencia del asesino,
que no soy más
que el arroyo que cruzo,
los bosques que habito.
Luego recuerdo
y me asusto;
puedo ser tantas cosas,
puedo ser un mar tan turbio
puedo ser lo que no se alcanza.
Así que
intentar hablar sin nubes:
una avalancha de palabras
disparadas por el mundo taponan
furiosas de celos la boca.
Quizá sólo ejerzan de guardianas
evitando el salto a la locura,
el vacío.
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