Surgen en los surcos,
trincheras con su entera hambre,
millares de pequeñas bayonetas verdes
preparando el asalto de la primavera.
Con paciencia los conejos
hornean bizcochos
en antiguas escombreras.
El viento pasa su escoba
ululante por las curvas del valle,
intentando barrer las pelusillas,
las copas de los almendros en flor.
En primavera nace la luz
y vuelven a llorar los sauces.
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