viernes, 23 de noviembre de 2018

Destruir el poder

Así que tomar el poder es intrínsecamente malo:
no importa quién lo tome ni para qué lo tome.
Mas, obra divina, el tabaco no es inherentemente
broma asesina y absurda: debe tener alguna ventaja,
para nuestro bienestar… o algo.
Muéstrame las maldades de dirigir el futuro,

muéstramelo entre los miasmas de carcinoma
que borboteas. 
Al poder le encanta la idea
de que no queráis tomar el poder.
Está cómodo como el viento de marzo
desordenando bosques,
frente a vuestro de deseo de evaporarlo.
Sabe que vuestro pulgar oponible
es la mejor garantía de la voluntad de poder.
Destruir el poder, propones…
y no hay mayor acto de poder,
ave fénix y triunfante, genética,
satisfecha en sus propios escombros.

El acero es una cama de hospital,
el acero es una bayoneta borrando recuerdos

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