Llegó el otoño de humedad templando brisa,
escopetas vomitando muerte y mierda
entre brechas de escombro abiertas,
arena mojada que rodea del barrio la huida.
Llega el otoño y el espejo a nuestros pies,
el insomnio y el sueño en liz de tobogán.Cierra las manos que guardan su cristal,
abre la dermis con ráfagas de viento y miel.
Medir el día en tazas de café acogedoras,
oculto el esbozo del tiempo en un teclado, el segundero vencido del reloj agrietado,
arrojando surcos duros en cada sombra.
Si llueve nos encogemos y espesamos en asfalto,
perdemos abyectos el derecho a respirar calles,
nos disolvemos entre horas punta y horas valle:
las voluntades y sueños se trocean en mercados.
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