viernes, 29 de marzo de 2019

Moriré en la miseria...

Moriré en la miseria y sin jubilación.
A cambio, he vivido una vida sin atascos:
una vida no de mierda,
sino libre de relojes,
sin la muerte afilando su dedo
en el roce del asfalto,
una vida sin mesarse los cabellos,
sin vomitar el desayuno
contra la puerta del cercanías,
ni pudrirse los pulmones en circunvalaciones
cada mañana, camino de la galera.
Una vida de cálidos atardeceres
tras comidas quietas en sofá;
una vida de noches en calma
y abrazo compartido sin maldecir
cada día de la semana.
Una vida sumergida
pero al margen de engranajes y vertidos.
No disfrutraré una jubilación,
de acuerdo.
Ahora dime si tú disfrutarás la tuya,
tras quemarte en los bolsillos del oligarca,
financiando los golpes de sus perros.

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