domingo, 31 de marzo de 2019

Ser tan hombre de tan cobarde...

Ser tan hombre de tan cobarde,
ser hombre para poder ser cobarde.
Ser que las púas del diario
endurecen tu cuero y liberan la lágrima,
y por eso el surco sin broza
y el bosque sin cerraduras.
Ese dolor de hombros
por embestir la edad obtusa,
disciplinado envite de carnero
contra el paso inasible del tiempo,
el susurro de sierpe de la sombra.
Todo es una mirada atrás
porque el horizonte es escalofrío
y anhelamos ese calor,
ese resonar estridente de patio de escuela.
Van cayendo paredes y los rostros y voces,
vamos quedándonos en soledad,
silentes, resignados, en la nieve y sin rumbo.
Vamos encontrándonos en este abandono
que nos reconoce en cada cana, que nos dibuja en cada cabello caído y nuevo dolor pero ya fiel.
Ser tan ser que serlo ya no sea.
Y hallarse en el reflejo más cruel.

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