Esto es así, no exagero.
Se me ha acabado la tinta de escribir tanto
en un parquecito de Toledo.
Grafómano sin fruto, siempre cargo lapiceros
por si acaso dejara de fluir cansado
el mundo en mi cuaderno.
Me duele la cabeza de escribir y leerme,
a pesar de que caminar por Toledo
es como correr sin prisas un encierro de taxis,
cada portal un burladero
Se me ha acabado la tinta de escribir tanto
en un parquecito de Toledo.
Grafómano sin fruto, siempre cargo lapiceros
por si acaso dejara de fluir cansado
el mundo en mi cuaderno.
Me duele la cabeza de escribir y leerme,
a pesar de que caminar por Toledo
es como correr sin prisas un encierro de taxis,
cada portal un burladero
de parque temático.
Me aturde en Toledo el mismo eco
que vibra con su plata en Segovia;
me asfixia con su estopa de pesada belleza,
con la dureza de la historia metálica:
mire donde mire recibo golpes,
acabo agotado,
siento la necesidad constante de pedir perdón,
siento la alegría extrema de estar
ahí y entonces.
Me aturde en Toledo el mismo eco
que vibra con su plata en Segovia;
me asfixia con su estopa de pesada belleza,
con la dureza de la historia metálica:
mire donde mire recibo golpes,
acabo agotado,
siento la necesidad constante de pedir perdón,
siento la alegría extrema de estar
ahí y entonces.
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