jueves, 6 de diciembre de 2018

6 de diciembre

Es un día de fiesta porque librarse del trabajo
ya es motivo de fiesta, aun pasajera y sin rumbo.
Es el día de la constitución, se escuchan disparos,
en afueras de escopeta destiñendo las ciudades.
Seis de diciembre y en acorde se divierten matando
entre las viejas trincheras republicanas vencidas.
Se va alzando la contaminación, corona autovías,
ornando el horizonte con crespón negro y aceitoso.
Son las galas del seis de diciembre, tan propio y español:
restos carbonizados de hurtados coches en el campo,
no cesa una huelga de hambre de presos políticos,
florecen cajas de resistencia de obreras de acero,
se deslizan subterráneos movimientos libertarios
bajo el Madrid gobernado por mafiosos del ladrillo.
Hoy, seis de diciembre, se celebra una cárcel de pueblos.
Los presos aplauden, claro, porque menos da una piedra,
porque más vale lo malo conocido, el miedo al miedo;
porque utopía es todo lo que se desvíe del proceso
que hincha la tasa de ganancia del tumor oligarca.
No hay independencias de savia en una Europa de barro,
ni democracia bajo sus torres de cemento y osario,
y la derecha liberal que aún se ve y dice izquierda
se afana en mamar del léxico torcido y viscoso
que así mana de la vieja hegemonía imperialista.
Es un día de fiesta para los buitres y los sapos,
y que nos perdonen, ay, nobles, los buitres y los sapos;
hoy los frentes obreros estrechan su muro de escudos,
pues ya se arraciman tormentas desde la desmemoria...
en los desahucios cae trágica un ave de vuelo roto.



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Adaptada con base:

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