sábado, 22 de diciembre de 2018

Mientras orino, pienso en mariposas

Queremos pintar un cuadro, fotograma de acuarela,
de las calles que se licuan, sus momentos que se escapan.
No nos quedan ya colores, ya no hay olas en el cielo,
ni ángulos sin consumir, las paciencias agotadas.
Le mataron a su amiga, con brutal desprecio,
mientras diez botas le pisaban el alma.
Fuera de órbita habrá de estar
quien no vea germinar  
y amartillarse otro arma.

Mientras orino pienso en mariposas,
mientras cae el napalm del ibex 35
remendamos nuestras botas, ay,
ya nadie convierte el agua en vino.

Corregimos las paredes, se oxidan los catalejos
no funcionan ya sus lentes y todo lo vemos lejos.
Despacio crece la hierba aunque esté cerrado el viento,
naufragamos en bañeras, nos mentimos en espejos.
Las pantallas se engalanan con sonetos de asesinos,
quien se hace hoy el sueco son todos tus vecinos.
Es difícil este tiempo, es difícil esta veta,
no hay marcas de senderismo y así perdemos la senda.

Mientras orino pienso en mariposas,
mientras cae el napalm del ibex 35
remendamos nuestras botas,
ya nadie convierte el agua en vino.
¿Dónde está el cronista que todo alcanza a ver?
¿Dónde está su pluma, dónde su papel?
¿Dónde las libretas que florecen con verdades,
dónde las palabras que escupen realidades?

En el vértigo pierden los días su corteza.
En la distancia descubrimos la certeza
de que no hay costa inalcanzable sino barcos castigados,
telas rotas envolviendo los días pasados.

Se arrojó desde un octavo al ver que no amanecía,
los rincones de su barrio aullaban y maldecían,
cerrajeros sin entrañas abrían las cabezas,
la respuesta fermentaba, la noche no es eterna.
Al final del túnel podemos ver la luz,
todo paso bien pisado nos acerca más al sur,
donde el sol es para todos, y dormiremos en la espuma
de olas que cambian la historia, canciones bajo la luna.

Nos ovillamos en el invierno, nuestra sangre es de primavera,
en las yemas de los dedos, juega a los dados una llama eterna.
Andamos a ciegas bajo el aguacero, en nuestra boca crece la tormenta.
Nos levantamos aunque caiga el rayo, decimos no aunque nos tiemblen las piernas.




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