miércoles, 26 de diciembre de 2018

Se confirma el milenio...

Se confirma el milenio con más agujeros en el alma
que la piel sobre el coltán en el pecho del Congo.
El mediterráneo es un trasiego constante:
bombarderos que bajan, pateras que suben,
cuerpos que descienden abisales en un sueño de algas,
acciones de bolsa que ascienden como la espuma
y se elevan sobre las torres y todas las olas,
incluyendo la tercera.
Gira el mapamundi hasta donde cortan margaritas,
llenando bolsillos de oro
como llenaron galeones los fondos marinos—,
reventando pulmones que son globos en el agua,
pues hasta el aire se malea
con una buena inyección de capital
cuando caen los imperios y los polos se estremecen.
La carne que no fuera bruma roja en aquel suspiro de hierro,
la carne que escapara de la pincelada de los machetes,
la que esquivara el proyectil fabricado en tu cama
o el decreto en despachos donde el ser humano es ceniza,
esa tierna carne en el ajedrez de las potencias sin adn...
...será rentable buceando en las olivas,
la fresa, la uva, los cielos de plástico y el chamizo de uralita,
y las carreras por Preciados con un hato en la espalda.
Imagina que escapamos bajo un cielo de lava.
Imagina que la brisa es una llamarada.
Imagina tropezar sobre las huellas de otros,
un sabor a tierra sin cauces vivos,
un regusto de mordisco y de caída sin pausa,
en nuestras bocas calientes de sangre,
en nuestras bocas tan frías de silicio,
y las manos…
Ah, ya las manos acusan roncas y tensan cuerdas
en los arcos invisibles que, inevitablemente,
son disparo de parábola con irremediable destino.




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