lunes, 25 de febrero de 2019

Cabronías (X)

Cuanto menos cosas digo
bien emperifolladas,
bien bonito su vacío,
más aceptación.
Más likes en redes.
El espíritu de la época.
Sigo tirando el anzuelo
y pescando tristezas.
….
Los hardcoretas madrileños más rudos,
los más duros,
se metieron en hijos e hipotecas,
y aprendieron por fin
cuál es la ley del más fuerte
y la del más entrampado,
la del más minúsculo.
...
Soy tan vago
que me tienen que alcanzar
hasta los besos,
y se gira el mundo
por no torcer mi cuello apático.
...
El olor a aceituna de las ingles
como recordatorio leal
de todo lo pasajero pero imperativo,
de todo lo que nos separa
porque nos une.
...
“Compañero de fiestas autogestionadas”
como indulgente perdón corporativo
entre mecedores de nadas,
remeros en círculos de noria
para entretener a los miserables
y que el rico siga durmiendo seguro.
...
Teniendo en cuenta que a viejo
llegan más a menudo los cobardes,
los sumisos y los dóciles,
habrá que despreciar
la voz de su experiencia.
...
Si tras morir dejo “peros”
es que lo hice realmente bien.
...
Circulando en bicicleta por lo oscuro,
cuidado con los patos en la noche
a la vera del río,
cuidado con los gusanos
de la oposición venezolana
en la Puerta del Sol al crepúsculo.
No más sangre por petróleo,
hoy como entonces,
hoy igual de noche sin luna.
...
Llega la carbonilla,
minúsculas partículas de metal,
cuchillas de microscopio,
hasta la última barricada
en el fondo de mi casa.
Todo apesta a motor,
y un día de sol es un día muy oscuro,
de tiniebla difusa y aciaga.

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