domingo, 3 de febrero de 2019

Cuñaos

Cuñaos con adicción al decibelio obsceno
como redoma de milagro a su necesidad de miradas.
Cuñaos con el superpoder de convertir en bar primitivo
cualquier rincón del planeta.
Antes de votar derechas fueron esos chavales del barrio
que allá donde se sentaran, dejaban un basurero y papeleras rotas.
Se os reconoce a distancia por vuestro acelerador idiota berreando.
Escribís con pulso fláccido por miedo a partir el lápiz,
pero no dudáis en ser el cutre que arrasa los lápices del Ikea.
Se identifica fácil al más capullo del barrio:
es el que más banderas de España lleva encima.
No aspiro ya cambiar tu rumbo y germinarte un alma.
No soy la secuestrada en sí que afirma
que por amor esforzado su maltratador cambiará algún día.
Sé que hay gente doblada adicta a dar golpes
y segura de que el mordisco es el único mensaje.
La conozco, os conozco.
Afirmaréis ser demócratas hasta el momento del crujir
de nuestra caja torácica bajo la oruga de vuestros tanques.
Aseguráis, vociferando babas, que el toro y la caza
son la esencia del campo;
vosotros que nunca doblasteis el lomo
bajo el invernadero que hierve
ni vareasteis aceituna en las heladas,
ni dormisteis en barracones desfondados.
No hay más tontos como vosotros
porque ni al capital le sois rentables pasado un punto.
Hozando opiniones desde vuestra fantasía de trepa,
os creeis los reyes del mambo,
pero sois quien friega el suelo tras la fiesta.
Sudáis lo vuestro para pagar a plazos la última tecnología
seguros de haber superado así las contradicciones de clase,
seguros incluso de ser clase media.
Uber, Glovo, Deliveroo, Amazon..
“Todo más barato y moderno”, argumentáis,
negando que los dueños de
Uber, Glovo, Deliveroo, Amazon
han abaratado vuestros sueldos miserables pero modernos.
Habláis como si vuestro puesto de trabajo
no estuviera también en el punto de mira de una multinacional.
Olvidáis que sois trabajadores
y os pensáis como meros usuarios,
llorando serviles a cada huelga.
Os tienen comiendo en su mano
hinchada de miseria.
Desertáis del barrio porque vosotros lo valéis.
Esperaís “La atalaya del arcipreste”
y os topáis con “Los llanos de la escombrera”
y os indignáis mucho porque vosotros, vosotros lo valéis.
El quiero y no puedo del trepa abandonando la urbe,
trayendo la urbe en su carro hasta las afueras.
Y en vuestra película pasáis a ser
gente de bien, bien española, bien de bar,
de bandera de España raída en ventana
y fabricada en China...
...salvo el pequeño detalle escondido
de la vergüenza semanal, nocturna y con alevosía,
cuando acudes a la parroquia del barrio
a recoger alimentos, lo más secretamente posible.


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