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jueves, 30 de diciembre de 2021
PLAQUETA "escombro"
lunes, 27 de diciembre de 2021
La primera madrugada de enero
domingo, 26 de diciembre de 2021
1978; paloma de juguete en la noche de Valencia
No consigo envejecer como dios manda
y me compone un puzzle grotesco de acné,
rodillas gastadas y terrores nocturnos.
Alcanzo ese momento implacable
en el que los achaques pesan tanto como los recuerdos.
Me roza el monstruo dulce y blando de la edad
y me niego a tomar parte en rebeliones contra la rebelión.
En esta cruenta guerra abierta entre píxel y palabra
el elemento más letal y destructivo es la anécdota
resumida en un gif.
Vivimos en el fracaso del doctor Frankenstein,
en el triunfo obsceno de Google, Amazon y Uber.
Habitamos como ovejas el sueño del psicópata:
un mundo de replicantes sobre los que arrecia
sin castigo la tormenta de cuchillas
y donde sin embargo el tedio se acaba instalando
victorioso.
Sentimos el terror definitivo, el terror extremo:
el giro del viento solitario tras la máscara vacía.
Creerse un lobo de las finanzas pero ser
un cangrejo que retrocede tan asustado como el resto.
Saber que todo ha fracasado
cuando incluso la victoria alberga el miedo.
Cómo sentir nada propio si todo está de paso,
si es imposible apropiarse de los días,
si ni tras la muerte te libras de la garra
del dios avaricioso de los banqueros.
Corremos furiosos sin destino
como el conductor idiota que se enfrenta a la niebla
y lo paga con sangre.
Ay, este deslizarse sin conciencia de hacerlo hacia la vejez
pero mal, cada vez más joven y más enfadado.
Estoy más cerca de la muerte que de mi infancia
y sé que mi destino en apenas un par de lustros
será ser una mancha opaca como aquella noche en Valencia,
en brazos de mi madre, borrosa y desdibujada,
cuando una paloma de juguete que desafiaba las plazas
me abrió un mundo de maravillas confusas.
Casi nunca centro en la muerte mis líneas
porque estoy demasiado ocupado en burlarla
durante el tiempo que me resta;
no significa esto que me atemorice: significa
que escapo de su control y navego satisfecho en una balsa
de recuerdos que son un látigo de sal.
Quién quiere la inmortalidad que de nada sirve
en un mundo muerto, una eternidad esperando momentos
de perfección como perfecto es cualquier cielo cubierto de nubes,
momentos sin horarios en relojes, ni relojes en paredes,
ni citas en el calendario.
Me centro en hacer del mundo un anillo y de la noche lecho
y de la mañana un suspiro y de los pasos, hechos,
porque cuarenta y seis inviernos siguen siendo muy pocos veranos
y cada verano es demasiado doloroso para una simple boca.
Absurdos los números, absurdas las matemáticas
que rompen toda lógica pues al sumar tus cuarenta y cinco
y mis cuarenta y seis todo huele a adolescencia.
Escucho en la noche de las autovías
crepitar los pulmones rotos de las ciudades.
Lenta agonía inadvertida y resignada;
todo lo que alcanzo a ver y verbalizar son expresiones
de algo moribundo que no me dejará ni en la tumba.
Sé que a más de uno le encantaría que yo desapareciera,
pero la verdad es que aún me queda mucho odio
acumulado en mi sangre que fermenta.
Por eso no me marcho, aunque mi viaje nunca acabe,
porque quizás perderse sea la condición indispensable del camino perfecto.
Siempre me queda la duda de si el caballo que corre por la pradera
puede comprender el océano, porque creemos vivir en el ritmo de las mareas
pero solo subsistimos bajo los dictados del tsunami.
Me hago viejo; pero siempre que huele a jara,
siempre que huele a hierba seca y mojada
siento que he llegado a casa; es la única reacción cabal
a esos momentos en que escucho palabras ajenas
y asumo que no tengo rincón propio en el planeta.
jueves, 23 de diciembre de 2021
Encender un cigarro y quemarlo todo
miércoles, 22 de diciembre de 2021
eskOOmbrO!
miércoles, 15 de diciembre de 2021
hay un pequeño apocalipsis de plomo azul sobre Madrid
viernes, 10 de diciembre de 2021
Notas de voz en un día de viento.
Súbete
súbete mar
sube estoy mal
subes Primark
sube estoy mal
subes Primark
super timer
“Subestimar...”
la capacidad de un algoritmo
para curvarte en ángulo
al reino de la mercancía.
jueves, 9 de diciembre de 2021
Soy un mal lector de poesía
lunes, 6 de diciembre de 2021
Txorien hegaldiak ez du axola
Letras para el EP de Urrun "Txorien hegaldiak ez du axola". Reciclando textos y dándoles forma de canción.
Bada hazten eta bizirik dagoen monolito bat.
Munduan zutabe bat dago bere historia izerdia da.
Udazkeneko hostoek errekak bezala jotzen dute
beren xuxurlak errepideetan behera arrastaka.
Igel bat dago nire telefonoan
zeruko egoeraren berri ematen didala.
Munduaren oinarriei aurre eginez
pantailek denbora lapurtzen digute.
Bada abesti bat egunsentia den
eta ez dago sekula entzuteko astirik.
Ikusten dugunaz harago ziurtasun bat dago
baina ez dugu heltzeko gogorik.
Igel bat dago nire telefonoan
zeruko egoeraren berri ematen didala.
Munduaren oinarriei aurre eginez
pantailek denbora lapurtzen digute.
Erraldoi berdeen armada astinezin bat,
guduaren ostean emaitza triste eta saihestezina,
errautsetan amaitzen den zikloa,
basoak iragarritako amaiera.
Udazkeneko hostoek errekak bezala jotzen dute
beren xuxurlak errepideetan behera arrastaka.
Hay una rana en mi teléfono
Hay un monolito que crece y está vivo.
Hay una columna en el mundo
su historia es de savia.
El otoño las hojas juegan sonando como arroyos
arrastrando sus susurros por los caminos.
Hay una rana en mi teléfono
que me informa del estado de los cielos.
Frente a las bases del mundo
las pantallas roban el tiempo.
Hay una canción que es un amanecer
y no hay tiempo para escucharla nunca.
Hay una certeza más allá de lo que vemos,
pero no hay deseo de alcanzarla.
Hay una rana en mi teléfono
que me informa del estado de los cielos.
Frente a las bases del mundo
las pantallas roban el tiempo.
Un ejército inamovible de gigantes verdes
tras la batalla el resultado triste e inevitable
un ciclo que se acaba entre cenizas
un final anunciado por los bosques.
Arrosa baten heriotza
Ez dut ukatuko betiko atseden
hartzeko beldurra galdu dudala;
itxaronaldia hain gozoa dela ere ezin
ukatu horrek pixka bat luzatu dezake.
Nire azken itxaropena betiko lokartu da
arrosa baten heriotza urdin gozoarekin izoztean.
Ahots bat zatitan hautsi da
olatuetatik erauzitako aparra bezala
gerora sakabanatzen duen haize batek.
La muerte de una rosa
No negaré que he perdido el miedo
tampoco puedo negar que la espera es tan dulce
que podría alargarla un poco más.
Se ha dormido para siempre mi última esperanza
con la muerte dulce y azul de una rosa en la helada.
Una voz desvanecida en pedazos
como espuma arrancada de las olas
por un viento que después la desperdiga.