cómo esperas que desee una simple noche de paz
a quien envenena la luna cada noche
qué esperanza y qué perdón
podrían ofrecerse
a quien comienza el año matando un ave
veinticuatro de diciembre
y el único villancico que escucho
son lamentos de sirenas urgentes
en las autovías
siento un vacío sin doblez,
como lágrimas sobrias
en la primera madrugada de enero
plegaria
todas las noches son buenas
para sentir cómo el odio sacude mis neuronas
pero en la noche del veinticuatro de diciembre
dejo de ser persona
soy un brote de peste negra
en una soledad tan absoluta
que ni las olas alcanzan a mojarme
ni el sol puede herirme
con su dedo cruel
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