No olvidar nunca que
los prostíbulos,
los calabozos de la tortura,
la mancha de sangre
del suicida desahuciado,
comparten las mismas calles
con los juegos de nuestros hijos,
se nutren del mismo ladrillo
que protege
nuestro descanso hipotecado;
no olvidar nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario