a veces odio el sol de invierno por sus golpes de lupa
que nos desprecian como a insectos
a veces vuelven las avefrías bordando el cielo
de puntos blancos su vuelo blando
sin balance pero con rumbo
y yo siento que todo se repite
que el vestido del mundo siempre es el mismo
los milanos enhebran con su hilo
de virgulillas desperdigadas
el algodón triste de las nubes
algodón que ni para ropa sirve
algodón gris
ya ni siquiera dulce
hay un hambre dolorosa en los caminos
hay un pequeño apocalipsis de plomo azul
sobre Madrid
cómo quieres que disfrute y me bañe la luz
si se escuchan los disparos sobre las retamas
hay una batalla de verticales en los eriales
tropas de postes metálicos que indican gasoductos
aniquilan la resistencia de los olmos que plantamos
buscando puntos clave del territorio
rastreando venas donde germinar semillas
con la estrategia de quien debe anticiparse
a lo impredecible del virus
caminar a ciegas por caminos rotos sin temor a la caída
en mis manos los versos exactos
la brújula en mis manos
necesaria
para atrapar el valor y vestirlo de poesía
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