No estoy triste;
vivo triste,
porque veo cosas que pueden ser,
y las cosas que son, las veo,
exactamente eso,
las veo.
Me dirás que eso es la vida,
y por eso sé que vivo triste,
porque, sí, eso es la vida,
por que la vida no puede
aspirar a otra cosa,
porque la alegría son treinta monedas.
No tengo ningún problema en ser
sólo una sombra
así
así se demuestra que todavía
hay luz.
Sigo sin comprender cómo el río
desorientado no desemboca en el cielo
al amanecer que bosteza.
Habito el miedo de cumplir mis sueños
pues así los perdería para siempre.
He sembrado un olmo
bajo el tocón muerto de otro olmo;
espero que las nuevas raíces se reconozcan
en las historias de madera antigua
guardadas bajo tierra.
Aspiro a ser una hipérbole de clorofila,
rentista del sol,
planta suculenta
escondida en las dunas del desierto,
con las púas necesarias
para no temer a la noche,
con las púas de distancia exacta
que mantengan a raya las palabras
y las manos de los hombres.
Ojalá fuera verdad
que el sufrimiento se acumula por defecto,
porque eso significaría que el desborde
es inevitable.
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