El futuro no ha estado nunca
en tecnologías intangibles;
estuvo en los cafés donde debatían
apasionadamente
los logros y silencios de la revolución
soviética
obreros y militantes
y poetas.
Pese a todo, la hoz y el martillo,
teniendo mucho más peso
que cualquier microchip.
Lo sepamos
o no,
lo veamos
o no,
lo aceptemos
o no…
no importa,
eppur si muove.
Las coladas en balcones,
en orden y color aleatorio configuran
un códice mutable
a diario que da cuenta
—al detalle minúsculo—
del registro de la lucha de clases
que nadie quiere escuchar,
que sigue vertebrando el mundo
pese a los oídos sordos.
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