Por qué obligarnos con un arma
a desaparecer, disiparnos
si os sobran el hambre
y los futuros rotos.
La intención casi nunca es el fondo;
las mejores pueblan el de los océanos.
Abrimos los brazos y los abrazos
caen al suelo
con el resto de las cosas que cargamos.
Abrimos los brazos para recibir
a quienes hemos bombardeado,
a quienes cortamos una mano,
a quienes les abrimos la tierra
hasta sorberle su tuétano de vetas.
Con la mejor idea colaboramos
en el peor de los crímenes.
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