sábado, 17 de agosto de 2019

Guau, guau

Un perro guardián  de la oligarquía
enrolla meticuloso la foto de su hijo,
la faz infantil se pierde en la oscuridad
de un turbio tubito.
La mandíbula del funcionario
baila loca
y sus ojos quieren aplastar el mundo,
embotados de acero.
Su mandíbula
baila, baila, baila
con la radio; 
su batuta enloquecida
dirige el aire desquiciada,
presta a romper cabezas.
Les han subido el sueldo
y les han dado un partido al que votar,
una cámara y una navaja impune
bajo los focos.
Los perros del amo, más salvajes que nunca,
ladrando en la madrugada,
sus dentaduras alegres desgarran
las grietas de esta época.

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