Porque el mundo es tan perecedero,
prefieres matarte matando gente en pantallas
y rematar este absurdo sin salto posible.
En el desvelo de la madrugada partida,
la noche con su esquirlas nos corta.
Dejamos huella de sangre tímida
en cada paso cohibido antes del alba.
Sólo cenamos cuando la canción termina.
Crecen el alambre y el humo,
crece la nada en las respuestas.
A fin de cuentas,
resulta que el mejor poema
que puedas llegar a escribir
es haber leído a mil poetas.
Y como sin contactos, coleguitas y enchufes
no te comes un rosco en la película,
prefieres hincharte a tostadas en casa,
solita. Extensa, ilimitada, sobre las luces.
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