Carcajada tristísima
cuando recuerdo que esta pequeña nada
miserable y torcida que nos compone
es el resultado de billones de años
de giros en el cosmos.
Saber que nuestra línea más recta
o más curva
caerá directamente en el olvido
según levantemos el lápiz del papel;
saber que esos pasitos de palabras
sobre las hojas ni siquiera llegarán
a ser olvidados,
porque nadie llegará a guardarlos
ni por un instante
en la boca, en las pupilas...
Tampoco en las manos.
Tampoco en el estómago.
Saber en ese momento que ya
nada comienza, todo termina
para siempre,
cada día en cada acto
donde nos engañamos creyendo
crear lo que nos cruza,
saber que ya es así la muerte.
Cerrar los ojos con una sonrisa.
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